El presidente francés, Emmanuel Macron, ha aprovechado una visita al Mont Blanc para lanzar una campaña por el medio ambiente, que ve como «el combate del siglo». El plan incluye la creación de una Oficina de la Biodiversidad, aunque la oposición lo tilda de «electoralista»



Emmanuel Macron siempre ha querido presumir de credenciales ecológicas. El presidente francés ya basó parte de su campaña a las presidenciales en afirmar su apuesta personal por la lucha contra el cambio climático, nombrando al conocido activista Nicolas Hulot como ministro de Ecología y lanzando varias medidas destinadas a reforzar la protección ambiental en el país galo. Sin embargo, a medida que ha avanzado su mandato, el impulso a la sostenibilidad se ha visto mermado por protestas masivas como la de los chalecos amarillos, que inicialmente se rebelaron contra un aumento del impuesto sobre el diésel.
Ahora, a menos de un mes para las elecciones municipales, Macron ha decidido relanzar este aspecto «verde» de su presidencia. Y lo ha hecho en uno de los mayores símbolos naturales de Francia: el pico Mont Blanc, el punto más elevado del país, cuyos glaciares llevan años sufriendo las consecuencias del cambio climático. En ese marco, el presidente ha asegurado que su Gobierno creará en los dos próximos años una Oficina Francesa de la Biodiversidad, 20 nuevas reservas naturales (regionales) y cuatro parques nacionales (estatales), con lo que Francia contará con 250.000 hectáreas suplementarias protegidas.
«El combate de este siglo será inventar una nueva forma de vivir«, ha asegurado el mandatario, que explicó que es preciso que la revolución ecológica se concilie con el crecimiento económico y que no suponga un freno al progreso.
Para Emmanuel Macron, es preciso que la revolución ecológica se concilie con el crecimiento económico y que no suponga un freno al progreso
De hecho, el partido L’Écologie-Le Verts ha acusado a Macron de propiciar políticas que no se corresponden con la ambición ambiental que precisa el país y le reprochan haber frenado la reducción de emisiones contaminantes. Y es que Francia emite la misma cantidad de dióxido de carbono que en 2015, en torno a los 450 millones de toneladas, unas emisiones que tendrían que bajar de los 100 millones antes de 2050 para cumplir con sus compromisos.
Tampoco los propios ciudadanos se acaban de creer esta preocupación ambiental del mandatario galo. Según una encuesta recientemente publicada, 2 de cada 3 franceses no cree sincera la voluntad ecológica de Macron. Con esta nueva tentativa, el presidente quiere volver a ocupar el espacio «verde» que cree que le corresponde y recordar a sus votantes que sigue siendo la misma persona que en 2017 criticó con dureza la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París y pidió a Donald Trump «hacer el planeta grande de nuevo».
