El país germano se posiciona en el sexto lugar del fatídico ranking de mayor número de casos de coronavirus en el mundo. Por este motivo, al igual que en España, se han llevado a cabo diversas medidas de contención de la pandemia, que se empiezan a suavizar



Una de las cosas que más aprecio de Alemania es, a diferencia de mi Barcelona natal, la intensidad con la que se viven las estaciones. No obstante, este año el invierno ha sido menos frío, apenas ha nevado y aunque las horas de oscuridad no han menguado, el esperado cambio de hora tocó vivirlo desde casa.
Este cambio se produce pocos días después de la llegada de la ansiada primavera que, a su vez, suele coincidir con uno de los mejores espectáculos que ofrece Bonn. Se trata del florecer de los cerezos que reúne a cientos de miles de turistas para disfrutar de la belleza de la naturaleza en pleno casco antiguo.
No obstante, este año solo los que se apresuraron a acercarse a ver dicho espectáculo pueden contarlo. Las medidas de distanciamiento social implantadas para hacer frente a la expansión de la pandemia del coronavirus en Alemania impactaron de lleno al acontecimiento. Y es que a pesar de las advertencias, las aglomeraciones obligaron al Ayuntamiento a cerrar el acceso a esta zona, quedando solo autorizada para residentes y empresas de servicio, desde el 8 hasta el 19 de abril, cuando se dio por terminado este acontecimiento.


Alemania es el sexto país del mundo en número de contagios tras EEUU, España, Italia, Reino Unido y Francia. Según las últimas cifras de la Universidad John Hopkins de EEUU, existen 167.007 casos de coronavirus, 137.400 recuperados y 6.993 fallecidos. En Bonn, en el estado de Renania del Norte-Westfalia, uno de los más afectados por el coronavirus detrás de Baviera, actualmente hay registrados 674 casos, de los cuales 495 se han curado mientras seis personas han fallecido, según las últimas cifras facilitadas ayer por el Ayuntamiento.
El primer caso en la ciudad se detectó el 28 de febrero, un par de días después de la finalización de la celebración del carnaval que, anualmente, reúne a cientos de miles de personas en las calles durante una semana. Entonces, apenas se había detectado el primer caso un mes antes en Baviera y la gente salió a disfrutar de la llamada Quinta Estación.
No obstante, la alegría de la fiesta se desvaneció con el registro del primer caso en una escuela. Apenas una docena de días después y con una decena de casos detectados, el 11 de marzo, el Ayuntamiento anunció la anulación de eventos con más de un millar de visitantes, así como el cierre de escuelas, equipamientos municipales culturales y sociales, tiendas y restaurantes, permitiendo solo la apertura a los servicios esenciales diarios.
La receta de Merkel contra el coronavirus
– Limitación de la circulación. A diferencia de España, en Alemania no ha habido un confinamiento estricto de la población, a excepción del estado de Baviera, sino que se ha aplicado el cierre parcial de la vida pública, con el cierre de bares, restaurantes, cines y teatros, entre otros, y la norma del distanciamiento social.
El pasado 22 de marzo, entraban en vigor las restricciones de contacto, que no permiten el contacto de grupos de más de dos personas, a no ser que sean miembros de la misma familia o del domicilio, así como la regla de mantener un mínimo de 1,5 metros de distancia con los demás.
– El poder de los Länders. Aunque la norma de distanciamiento fue en una prohibición uniforme adoptada por todos los estados federales, una de las principales diferencias de la gestión de la pandemia entre Alemania y España es la descentralización de la misma. Mientras que en España, las competencias de las comunidades autónomas han quedado supeditadas al Estado, en Alemania, las autoridades sanitarias están controladas a nivel estatal, por lo que cada uno de los estados ha ido implantado las medidas adecuadas al nivel del desarrollo de la pandemia.
De este modo, Baviera, que optó por desde un inicio por el confinamiento, decretó el uso obligatorio de mascarilla tanto para ir a los comercios y en transporte público. Esta última medida, se introdujo poco a poco en cada uno de los estados, en las fechas que ellos mismos han considerado, siendo actualmente una norma vigente en todo el país.
– Un sistema sanitario robusto. Mientras España ha descendido la inversión en Sanidad desde la crisis financiera de 2008, «Alemania tiene un excelente sistema de salud, tal vez uno de los mejores del mundo», recordaba la canciller alemana en uno de sus primeros discursos a la nación sobre la crisis sanitaria.
Según el Ministerio de Salud, actualmente el país cuenta con 10.000 camas de cuidados intensivos y ventiladores disponibles. Una cifra suficiente para manejar la crisis si el número de nuevas infecciones no aumenta significativamente, según el Instituto Robert Koch (RKI), la autoridad federal que supervisa la evolución de la epidemia.
– Sin parón en el tajo: La industria de la construcción, como parte importante de la vida económica, no se vio afectada por la crisis sanitaria, mientras que en España se estableció un parón de dos semanas. No obstante, Alemania aprobó un plan de rescate de unos 750.000 millones de euros. El paquete consta de un presupuesto suplementario para este año de 156.000 millones de euros que incluye un fondo de rescate de hasta 50.000 millones para autónomos y pequeñas empresas y 3.500 millones de apoyo al sistema sanitario.
– La vuelta al cole, de forma escalada. Mientras en España el último trimestre se llevará a cabo con formación online, en Alemania, las escuelas y universidades abrirán de manera gradual a partir del 6 de mayo. No obstante, esta fecha puede verse modificada por los gobiernos federales. Hay que recordar que además de sanidad, los estados federados también disponen de las competencias de educación. Por este motivo, no se logró un acuerdo para un cierre nacional de los colegios, debido a la oposición de algunos de ellos a esta medida.
– Popularidad de Merkel, desencanto de Sánchez: Mientras al presidente español, Pedro Sánchez, la gestión de la pandemia le está pasando factura, la canciller alemana, Ángela Merkel, está viviendo su mejor momento. Más del 60% de los alemanes valora positivamente su labor durante el período legislativo actual, situándose en los sondeos como su mayor índice de aprobación desde las elecciones federales de 2017.
La seriedad de como se ha tomado en serio el asunto, poniéndose en cuarentena ante un posible contagio, han catapultado a la canciller, mientras que en España, las diversas disputas entre gobierno y oposición nublan la gestión de la crisis sanitaria.
– El deporte es salud: Aunque para los españoles es chocante ver a la gente corriendo y haciendo deporte en parques y zonas verdes en Alemania en un ambiente primaveral, como si la pandemia no existiera, el deporte está permitido como parte de la prevención de la salud. Sin embargo, se debe practicar de manera individual y los corredores deben respetar las distancias de seguridad. Se trata de una medida que en España, apenas se ha puesto en marcha el pasado fin de semana.


Sin bajar la guardia
Alemania todavía no ha llegado al pico en la lucha contra el virus. Esto, junto con la confianza de los alemanes en su sistema sanitario, genera una falsa sensación de seguridad que ya se palpa en las calles con la reapertura de las tiendas no esenciales, dejando atrás la sensación de estar viviendo permanentemente en día festivo.
Por ello, aunque el incumplimiento de las reglas de distanciamiento social empieza a incrementarse, la precaución sigue siendo la máxima para que Alemania siga estando en lo más alto del ranking de los mejores alumnos en la gestión de la pandemia.
Mientras se espera la llegada del paquete de nuevas medidas, el anuncio de la cancelación del OktoberFest en Múnich y la publicación de un estudio de la Universidad de Bonn, en el que se apunta que el país germano podría tener 1,8 millones de contagios, deberían ser señales suficientemente fuertes para no bajar la guardia y seguir actuando con la eficiencia y responsabilidad que caracteriza al pueblo alemán.
