Previsiones de crecimiento mundial a la baja, emisiones de gases contaminantes en descenso y cambios radicales en la forma de concebir el ocio o el trabajo. Estos son algunos de los daños colaterales del coronavirus al margen de los sanitarios



El coronavirus está causando una conmoción mundial. Es en primer lugar una crisis de salud pública que ha puesto al planeta en vilo y a cada uno de nosotros mirando hacia China en primer lugar y a nuestro alrededor, con suspicacia y aprensión, en cuanto la alerta ha aterrizado en nuestro entorno diario.
Pero la emergencia sanitaria está generando otros efectos en cadena que muestran hasta qué punto el mundo globalizado en el que vivimos está unido en una red de conexiones, positivas cuando todo fluye, y negativas cuando pintan bastos.
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Sin duda, el primer efecto que estamos viendo ya es el económico. Las previsiones para China no son halagüeñas ni tampoco para el resto del mundo. Como acaba de comunicar la OCDE, se estima que el PIB global bajará este año desde unas previsiones de crecimiento del 3 % al 2,4 % en el mejor de los casos.
China es la fábrica del mundo y también el principal emisor de gases de efecto invernadero. Por eso, el parón fabril del gigante asiático ya se está dejando notar en la atmósfera. Como ocurrió hace una década con la gran crisis mundial, el descenso de actividad se aprecia ya en la polución del aire. Las espectaculares visualizaciones de la NASA permiten apreciar de un simple vistazo el brusco parón de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NO2) en China entre enero y febrero.


Los óxidos de nitrógeno son fruto de la combustión de los motores de explosión y de las centrales térmicas de electricidad que se abastecen de hidrocarburos contaminantes, especialmente el carbón, como es el caso de China. Las altas emisiones de NO2, especialmente dañinas para la salud humana por su afección al sistema respiratorio, van acompañadas necesariamente de una mayor producción de CO2, inductor del cambio climático.
Desacoplar PIB y energía
El descenso de emisiones vinculado a la emergencia del coronavirus es una evidencia de cómo el crecimiento chino sigue ligado a las energías sucias. La intensidad energética mide la eficiencia en fuentes de energía de una economía. Es una simple división entre la demanda o consumo energético (E) y el producto interior bruto (PIB) de un país.
El horizonte sostenible apuesta por dos vías paralelas: eficiencia y descarbonización. La primera, la eficiencia, aboga por desacoplar producción y energía: generar más con menos. La segunda, la descarbonización, propone hacerlo además con fuentes limpias de producción energética.
Pese al enorme esfuerzo que ha hecho China en la última década por tener un abastecimiento libre de CO2 –es el país líder en instalación de renovables – ese gigante de 1.400 millones de consumidores y productores sigue aún anclado a los combustibles fósiles. Han bastado dos meses de parón productivo para que los cielos se limpien de gases dañinos para la salud generadores del cambio climático.
Y no es la única lección que podemos extraer del coronavirus. La última es hasta qué punto una emergencia sanitaria y global puede conmover los cimientos de nuestro día a día, afectando a nuestra manera de relacionarnos, de trabajar o de realizar actividades de ocio.
He aquí una muestra no exhaustiva de noticias recientes que muestran cómo un virus, es decir, una cadena de ADN sin capacidad de reproducirse por sí misma, técnicamente ni siquiera un ser vivo, puede alterar la existencia de 7.500 millones de seres humanos en el mundo.
El Louvre cierra por miedo al virus
En París, el Louvre cerró sus puertas el domingo y también este lunes. La decisión fue obra de los trabajadores, una plantilla de 2.300 personas, que reunidos en asamblea general decidieron unánimemente no acudir al trabajo para evitar “un peligro grave e inminente para su vida o su salud”.
El Louvre recibió en 2018 un total de 10,2 millones de visitas, es decir, una media de 27.000 personas por jornada. En esa temporada, el 8% de los visitantes provinieron de China. Puesto que las recomendaciones de las autoridades de salud francesas son las de no permitir reuniones de más de 5.000 personas en espacios cerrados, los trabajadores del museo se ha aferrado a ellas para ir a la huelga.
Ante ello, el administrador general de la pinacoteca, Maxence Langlois-Berthelot, no ha podido más que declarar: “La gerencia general sigue el desarrollo en tiempo real. El Louvre toma todas las medidas de seguridad necesarias para preservar a sus empleados y sus visitantes”. El precio medio de entrada al Louvre es de 20 euros. Cada día que cierra, la taquilla pierde por tanto más de medio millón.
Un metro de distancia entre italianos
Que el coronavirus está afectando a todos los ámbitos de la vida diaria, incluso las costumbres personales, lo confirma la decisión tomada en Italia de pedir a la población que mantenga una distancia de seguridad de un metro respecto entre personas.
El Gobierno italiano ha dividido el mapa del país en tres zonas de riesgo. La roja comprende los 11 municipios del norte del país más afectados; la amarilla incluye las regiones de Lombardía, Emilia Romaña y Véneto. El resto del estado transalpino permanece en verde.
Este domingo, el Ejecutivo romano firmó un decreto pidiendo a los habitantes de la zona amarilla que mantengan un metro de distancia respecto a otras personas cuando estén en sitios públicos y concurridos, como bares y restaurantes. La indicación resultará sumamente disruptiva para una sociedad mediterránea como la italiana, donde la cercanía y el contacto personal es común, como en nuestro país.
Teletrabajo como solución
Mantener la distancia es esencial, entre otras medidas básicas de higiene, para evitar el contagio. Por eso, el Ministerio de Sanidad en España ha anunciado que se plantea recomendar realizar las tareas de oficina a distancia en determinados lugares de nuestro país donde la entrada del coronavirus está siendo especialmente rápida y con causas difíciles de identificar.
Es el caso de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, que acumula ya una decena de casos de contagio cuyo origen se ignora, y del País Vasco, donde hay cuatro profesionales sanitarios contagiados. Cabe recordar que, con más de 100 infectados, España es el séptimo país del mundo con más pacientes de coronavirus.
Por eso, el ministerio anunciaba hoy que se plantea suprimir las clases escolares o recomendar el teletrabajo en las localizaciones más preocupantes.
Es lo que ya se está haciendo motu proprio en determinadas empresas. Es el caso de la sede de Ericsson en Málaga, que la semana pasada pidió a sus más de 200 trabajadores que faenaran desde casa ante la duda de si una empleada proveniente de Croacia portaba el virus chino. El asunto ha sido ampliamente difundido estos días por la prensa en Andalucía. Este lunes, los empleados de la tecnológica sueca regresaban a su puesto. No es un anécdota, porque como este caso hay muchos más. Y no solo en lo que respecta al teletrabajo preventivo. Las grandes compañías que operan en nuestro país han tomado esas y otras medidas de precaución y nuevas pautas laborales.
Para hablar, mejor el Skype
No hay gran empresa española que no haya girado estos días un mensaje con pautas de prevención a los empleados. Al margen de los consejos básicos sobre lavado de manos, evitar toser en público o tocarse la cara, abundan los que afectan al desarrollo habitual de la vida en una gran compañía: viajes y reuniones. Respecto a los primeros, bancos, empresas tecnológicas, prestadores de servicios, energéticas y compañías industriales de alcance multinacional han restringido los desplazamientos y vetado como destino aquellos países que son foco de la infección. Respecto a las reuniones, se recomiendan los medios telemáticos.
Nos quedamos sin fútbol
Pocas veces se suspende un partido de fútbol. Apagones eléctricos, reyertas, crímenes en las puertas de los estadios o tragedias como la de Heysel no han impedido que 22 deportistas saltaran al campo durante décadas para satisfacer al estadio y las necesidades de las cámaras de televisión.
Ha bastado la llegada del coronavirus para que el Calcio anule encuentros este fin de semana pasado. Entre ellos, el gran derbi italiano entre Juventus e Inter de Milán, un hit de audiencia y de pasiones en la grada. Además, otros cuatro encuentros de la Primera División transalpina fueron aplazados.
En España, el presidente de Liga, Javier Tebas, ya ha declarado que si la situación lo requiere se podrían adoptar medidas como disputar los partidos a puerta cerrada.
