Agua y Edificación: la base para la adaptación al cambio climático - EL ÁGORA DIARIO

Agua y Edificación: la base para la adaptación al cambio climático

La relación agua-edificación no se trata simplemente de ahorrar en el consumo o reciclar agua de lluvia. Las implicaciones son mucho más profundas y decisivas en un contexto climático cambiante ante el que debemos adaptarnos a contrarreloj


Bruno Sauer CEO GBCe-Green Building Council España


Hace 30/40 años, el debate sobre la relación entre energía y edificación era un debate estéril sobre eficiencia energética en la fase de uso de los edificios. Sin embargo, en los últimos 10/15 años este debate se ha ido enriqueciendo, incorporando las energías renovables, la huella de carbono, la energía embebida, las comunidades energéticas, la movilidad eléctrica como apoyo a la electrificación de los edificios, etc. Lo curioso es que, en esas décadas de investigación y debate, el consumo energético en la edificación no ha disminuido. Algo similar ocurre con el debate sobre la relación entre agua y edificación. ¿Veremos, en 10 años, que el consumo del agua tampoco habrá disminuido?

La eficiencia hídrica en la edificación es importante. Los sellos de certificación VERDE o DGNB y sus mediciones de la sostenibilidad en la edificación, permiten detectar ahorros posibles. Reducir entre un 30% y un 60% del consumo en aparatos sanitarios y entre un 65% y un 90% del consumo de riego es fácil. Sin embargo, medir exclusivamente durante la fase de uso, deja de lado los impactos indirectos sobre nuestro entorno, nuestro bienestar y nuestra economía, por una mala gestión del agua resultado del modelo urbano, y la falta de datos y regulación en sus otras fases: extracción, fabricación, construcción y derribo. La gestión del agua debe medirse en su ciclo de vida.

Este cambio se inició en julio de 2014, cuando la Comisión Europea emitió un comunicado al Parlamento Europeo en el que exponía la necesidad de establecer unos criterios, comunes en toda Europa, para impulsar la economía circular en el sector de la construcción y generar una metodología común en la evaluación del comportamiento ambiental de edificios.  En 2018, se presentó la primera versión definitiva del nuevo marco LEVELs con sus 6 macrobjetivos: huella de carbono en el ciclo de vida, uso eficiente de recursos naturales, uso y gestión eficiente del agua, espacios saludables y confortables, adaptación al cambio climático, y coste de ciclo de vida y valor.

«La gestión del agua debe medirse en su ciclo de vida»

El hecho de que la gestión del agua haya sido incluida en esos 6 macroobjetivos es muy importante. Son el nuevo marco para definir directivas y futuras obligaciones reglamentarias en los estados miembros de la Unión Europea.

En 2019, la Comisión Europea dio un nuevo paso en la transformación de Europa y su economía hacia un modelo sostenible. Consecuencia del nuevo marco político del Green Deal fue la presentación, en marzo 2020, del primer informe técnico de la Taxonomía Europea para regular su mercado financiero, el cual definió otros 6 macrobjetivos: mitigación al cambio climático, adaptación al cambio climático, gestión del agua, calidad del aire, economía circular y biodiversidad. A partir de 2021, cualquier iniciativa privada o pública sujeta a financiación europea tendrá que mostrar una mejora sustancial en esos 6 campos. Y de nuevo, la gestión del agua está presente. Tanto la Taxonomía como LEVELs son dos palancas de altísimo nivel para la transición del sector de la edificación hacia un modelo sostenible.

«La relación agua-edificación no se trata simplemente de ahorrar en el consumo o reciclar agua de lluvia»

Más allá de la definición de indicadores individuales para cada objetivo, lo más importante es entender las consecuencias de estos dos marcos como un conjunto inseparable: los objetivos y su cumplimiento están interrelacionados (1) y miran todos a largo plazo para medir sus impactos (2). Para la Comisión Europea la mayor amenaza a su desarrollo como mercado económico es el cambio climático y sus consecuencias directas e indirectas. Por eso, la definición de los macrobjetivos es un ejercicio de gestión de riesgos.

(1) Sin trabajar en la gestión correcta del agua es muy difícil conseguir resultados en el objetivo de la adaptación al cambio climático, o la biodiversidad, o la gestión de recursos naturales o los espacios saludables. Por tanto, o lo trabajamos como un conjunto, o los impactos parciales serán menores e insuficientes.

(2) Desde GBCe hemos investigado cómo clasificar los territorios con mayor riesgo de inversión en el futuro por no estar preparándose para el cambio climático y sus costes adjuntos. Tener ciudades adaptadas donde los edificios y sus espacios interiores son más saludables sin tener que incurrir en gastos energéticos, son entornos con menos riesgo de pérdida de valor.

«El ser humano no aprende ni reacciona hasta que se enfrenta a la crisis, e incluso, solo cuando la crisis afecta a la economía»

Un claro ejemplo de la necesidad de entender la complejidad de la gestión del agua relacionada con la edificación queda patente en un país que, hasta la fecha, no había sufrido  escasez de agua: Bélgica. En el verano de 2020 en centenares de viviendas aparecieron grietas estructurales causadas por cambios hídricos del subsuelo. En marzo 2021 se presentaron los resultados de la investigación para entender las causas. Y se detectaron, al menos, tres: cambio climático, incremento de la superficie sellada, y pozos ilegales de agua para riego de jardines. Todas esas viviendas están condenadas a ser derribadas por el desplazamiento de cimentaciones y se declaran inhabitables.

Como viene siendo habitual, el ser humano no aprende ni reacciona hasta que se enfrenta a la crisis, e incluso, solo cuando la crisis afecta a la economía: en este caso a centenares de familias que pierden su patrimonio, no cubierto por las compañías de seguros porque el origen del problema no está reconocido como desastre natural.

Este ejemplo nos permite entender fácilmente que en la relación agua-edificación no se trata simplemente de ahorrar en el consumo o reciclar agua de lluvia. El modelo de ciudad que hemos ido desarrollando es un modelo pensado desde el concepto de “llevar el agua afuera cuanto antes”. Tanto a la escala del edificio, como a la escala de la ciudad, la gestión local del agua tiene que ser una premisa del diseño. Necesitamos el agua y dado que la sostenibilidad exige un uso local y natural de los recursos, con toda la tecnología punta disponible, el agua puede ser el primer recurso para poner en práctica este nuevo modelo.



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