La Tierra es conocida como el planeta azul debido a la gran cantidad de agua que contiene. Alrededor del 71% de la superficie de la Tierra es agua. Tan solo el 3,5% de toda el agua terrestre es agua dulce, y la mayor parte de ella está retenida en capas de hielo y glaciares. Tan solo el 0,33% del agua dulce lo forman ríos y lagos. (y apenas el 0,035% está contenido en la atmósfera).
El agua es el elemento base para la creación de la vida y el desarrollo de esta. El paso del agua por los diferentes estados en la Tierra (gas, líquido y sólido) se conoce como ciclo hidrológico. Tanto los seres humanos como los animales necesitamos formar nuestra vida en entornos con agua líquida disponible.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la escasez del agua ya es un problema para el 40% de la población, dato que probablemente aumente en los próximos años debido al cambio climático. Además, cifran que el 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua.
El clima y el agua forman un conjunto esencial para el desarrollo de la vida. Estos dos factores determinan en gran medida las condiciones de un ecosistema. Un clima que contenga poca agua favorecerá ecosistemas desérticos, mientras que un clima con demasiada agua favorecerá climas tropicales o de selva. Los dos climas mencionados no son perfectos para las personas, porque mientras que en uno la sequedad hace que la vida no prospere, en el otro existe alto riesgo de fenómenos meteorológicos relacionados con el agua, tales como inundaciones, huracanes, etc.
«Nuestro futuro dependerá de lo que hagamos como sociedad»
Para conocer cómo se comporta el agua tenemos dos disciplinas: la meteorología y la hidrología. Estas especialidades se encargan de estudiar cómo se ha comportado el agua en el pasado e investigar cómo podría evolucionar en el futuro. En la parte del futuro, jugará un papel muy importante el cambio climático y de ello dependerá lo que hagamos nosotros como sociedad.
El cambio climático que experimentamos viene determinado, en gran parte, por el aumento de las temperaturas. Las investigaciones realizadas hasta ahora relacionan al cambio climático con una disminución de los recursos hídricos y un empeoramiento de la calidad del agua. Existen investigaciones, donde se ha visto, que, con el progresivo aumento de las temperaturas, las zonas desérticas se extenderán, dejando a una mayor población con dificultades para acceder al agua, así como, también muestran un aumento en el número de inundaciones en otros lugares del planeta, que afectan a bienes y personas.