Ciencia y alianzas ante el reto de salvar los océanos - EL ÁGORA DIARIO

Ciencia y alianzas ante el reto de salvar los océanos

Rafael González-Quirós, delegado de España en la Comisión Oceanográfica de la UNESCO, nos habla de la importancia de los océanos para nuestra supervivencia y del impacto cada vez mayor que estamos ejerciendo sobre ellos. Solo la ciencia y las acciones decididas de todos podrán salvar el bien natural más preciado del planeta


Rafael González-Quirós Director del centro del IEO en Gijón y delegado de España en la Comisión Oceanográfica de la UNESCO


Nos encontramos en un momento crucial de la historia de la humanidad en su relación con el océano. Hasta épocas recientes los mares han sido un medio desconocido, en gran medida ajeno y en muchas situaciones claramente hostil. Sin embargo, cada vez somos más conscientes de su importancia sobre nuestras condiciones de vida y para el desarrollo de nuestra sociedad.

La economía azul integra una creciente diversidad  e importancia de sectores como la pesca, el transporte marítimo, el energético, la acuicultura, el turismo, etc. Por contra, el aumento de la población mundial y del desarrollo económico están ejerciendo un impacto cada vez mayor sobre los océanos a través de la contaminación (plásticos, metales pesados, hidrocarburos…), la sobrepesca, la transformación de la costa y la degradación y pérdida de ecosistemas… y, por supuesto, el cambio climático.

Todo ello está provocando cambios en los océanos, pérdidas de biodiversidad, degradación del funcionamiento de los ecosistemas y afectando por tanto a la sostenibilidad de los bienes y servicios que nos proveen, algunos de ellos posiblemente ya irreversibles. Más aún, el cambio climático, el mayor reto al que se enfrentará la humanidad en las próximas décadas, no solo es un factor de presión, impacto y amenaza sobre los océanos, sino que estos juegan a su vez un papel fundamental en la regulación y evolución de este proceso.

Cuanto mayor es el reto al que nos enfrentamos, mayor es el papel que debe jugar la Ciencia en la búsqueda de soluciones

Toda esta situación del papel clave de los océanos en el presente y futuro de la humanidad, de las oportunidades y de las amenazas, se han visto reflejadas en las Naciones Unidas por la inclusión de un Objetivo de Desarrollo Sostenible dedicado exclusivamente a los océanos (ODS 14) y en la reciente declaración del Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible y en la Unión Europea, por ejemplo, en la propuesta de la Misión Océanos dentro del programa de investigación Horizonte Europa. Sin embargo, es necesario que estas iniciativas se transformen en acciones concretas y específicas que vayan desde la coordinación internacional, pasando por políticas nacionales, regionales y locales, hasta llegar a los ciudadanos. Además, igual que ha ocurrido en la pandemia COVID-19, cuanto mayor es el reto al que nos enfrentamos, mayor es el papel que debe jugar la Ciencia en la búsqueda de soluciones.

Los océanos son una parte fundamental de los ciclos, procesos y equilibrios generales de las condiciones de nuestro planeta. Representan el 70% de la superficie terrestre y tienen una profundidad media de alrededor de 3600 m. Esta enorme masa de agua contribuye junto con la atmósfera a redistribuir en calor que nos llega del sol y desempeña un papel fundamental en la meteorología y en el clima del planeta y, muy especialmente, en la evolución del cambio climático. Más del 90% del exceso de calor generado por los gases de efecto invernadero de origen antropogénico ha sido absorbido por los océanos, el agua de mar alberga 50 veces más dióxido de carbono que la atmósfera y los océanos han absorbido el 25% de las emisiones de origen antropogénico de este gas.

El valor de economía azul ha aumentado en las últimas décadas y actualmente supondría por sí mismo la octava economía a nivel mundial

Los océanos son además el hábitat de una biodiversidad cuando menos comparable a la terrestre, aunque mucho menos conocida. Los organismos marinos forman ecosistemas muy variados que juegan un papel muy importante en el funcionamiento del planeta y nos proveen también de otros beneficios y servicios no directamente asociados a un sector económico. Por ejemplo, el plancton es el responsable de la mayor parte de la producción de materia orgánica mediada por la fotosíntesis en la superficie de los océanos y organismos también planctónicos facilitan el flujo de una parte de esta producción hacia los fondos marinos, donde puede quedar atrapada a escalas geológicas. Otros hábitats costeros como las marismas, los manglares, los arrecifes de coral y las praderas de fanerógamas marinas son también importantes reservorios y sumideros de carbono, actualmente amenazados por la degradación de la costa y por el cambio climático.

El mar tiene una actividad económica asociada cada vez más importante. Los principales sectores de la llamada economía azul son actualmente la pesca, la acuicultura, el transporte marítimo, el turismo y la energía. El valor de economía azul ha aumentado en las últimas décadas y actualmente supondría por sí mismo la octava economía a nivel mundial. Más aún, según la OCDE, la economía azul habrá duplicado su volumen entre 2010 y 2030, un periodo en el que, salvo por el impacto de la COVID-19, ya estaba produciendo un estancamiento económico paulatino.

Algunas cifras y ejemplos pueden ayudar a ver mejor la importancia de estos sectores económicos y del impacto que pueden provocar sobre los océanos. Durante la segunda mitad del siglo XX las capturas de pescado cuadruplicaron su volumen desde 20 millones de toneladas hasta llegar a su máximo de 80 millones en la década de los 90. Desde entonces permanecen aproximadamente en ese nivel. Esta situación ha llevado a que más de un 35% de los stocks pesqueros estén en una situación de sobrexplotación según la FAO. A pesar de ello, la obtención de recursos alimenticios ha seguido creciendo gracias a la acuicultura, que en este momento supone casi el 30% de los recursos alimenticios que obtenemos del mar.

El sector marítimo es responsable del 80% del transporte de mercancías y del 20% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel global, y se prevé que continúen incrementándose en el futuro con una demanda de buques de tamaño cada vez mayor y de mayores y más modernas infraestructuras portuarias. En los últimos años se ha incrementado mucho la regulación para reducir la contaminación asociada al transporte marítimo y para evitar los desastres naturales por catástrofes como el Prestige, pero la amenaza sigue ahí y el sector se enfrenta al importante reto de la descarbonización.

océanos
El declive de los océanos puede matar a millones de especies marinas.

El turismo es otro sector con una importante componente azul, sobre todo en España. El impacto que tienen unos ecosistemas saludables sobre esta actividad puede parecer menos evidente y cuantificable, pero algunos problemas como las proliferaciones de medusas, cada vez más frecuentes en el Mediterráneo, o la degradación ambiental de ecosistemas como el Mar Menor tienen efectos cada vez más aparentes. A su vez, el cambio climático, que provocará una subida del nivel del mar y una mayor frecuencia de eventos de fuerte oleaje, tendrá consecuencias muy importantes sobre las infraestructuras turísticas en el futuro próximo.

Buena parte de la energía que consumimos está ligada a las plataformas petrolíferas que se sitúan en muchos casos sobre las plataformas continentales de nuestras costas, y son una fuente de contaminación que puede derivar en catástrofes como la ocurrida en el golfo de México en 2010. Quizás los cambios más profundos en nuestra forma de usar el mar vendrán en las próximas décadas a través del sector de las energías renovables marinas, principalmente la eólica. En España este sector no se ha desarrollado todavía debido a la estrechez de nuestra plataforma continental y a las restricciones que esto supone por el impacto visual de estas infraestructuras y por la interacción en el uso del espacio con otros sectores como la pesca. Sin embargo, la expectativa de desarrollo de plataformas flotantes, que permitirá situar parques eólicos lejos de la costa, y la necesidad de fuentes de energía renovables alternativas, abre nuevas expectativas de futuro que se han visto reflejadas recientemente en la prensa sobre todo en relación con los fondos de recuperación que España recibirá de Europa.

Toda esta actividad que desarrollamos en los mares está teniendo consecuencias drásticas sobre el medio ambiente marino, algunas de ellas sin duda catastróficas y que ponen en riesgo el conjunto de bienes, servicios y recursos que nos proveen los océanos. Algunas de ellas se han mencionado brevemente en el párrafo anterior. Otras amenazas e impactos vienen en cambio de nuestra actividad en tierra. Un claro ejemplo es la contaminación de origen industrial que entre otros efectos está provocando un incremento de las concentraciones de metales pesados en organismos marinos que ponen en riesgo su salud y la nuestra cuando los consumimos. Otro ejemplo es la concentración de plásticos en el mar. La constatación de este problema es relativamente reciente y hoy se estima que más del 70% de los plásticos entran a través de las desembocaduras de los ríos, por lo que la solución del problema está principalmente en nuestra actividad en tierra.

El reto de cuidar los océanos es de todos y solo tendremos éxito si lo acometemos juntos

El enorme reto de resolver las fuertes amenazas a las que estamos sometiendo a los océanos y no truncar los beneficios de todo tipo que nos provee y, más aún, poder mantener las expectativas de que contribuyan a resolver problemas globales como la seguridad alimentaria o la provisión de energía renovables, solo se pueden acometer basándonos en el mejor conocimiento científico. Esto implica obviamente incrementar los recursos dedicados a investigación, incluidos el personal y las infraestructuras. Pero también necesitamos acometer cambios en nuestra forma de trabajar para proveer de soluciones efectivas a la sociedad:

  • Avanzar hacia sistemas de observación del océano permanentes y sostenidos en el tiempo que integren variables de diferente naturaleza aprovechando las nuevas tecnologías disponibles. Estructurar los datos que obtenemos del océano en bases de datos de fácil acceso y que permitan la reutilización de esa información para fines científicos, de gestión y de toma de decisiones para la sociedad en general.
  • Desarrollar aproximaciones más multidisciplinares, con especial hincapié en integrar a las ciencias sociales, tanto en el análisis de los problemas como en la búsqueda de las soluciones.
  • Reforzar la coordinación y colaboración internacional, sobre todo para que estos avances y el propio desarrollo científico sean también compartidos por los países menos desarrollados que son más vulnerables a los impactos del cambio climático y para facilitarles una gestión eficiente de sus propios recursos marinos (por ejemplo los alimenticios).
  • Y por último, acercar el océano a la sociedad y promover el conocimiento de la importancia y el funcionamiento de los mares y sus ecosistemas a todos los ciudadanos, por que el reto es de todos y solo tendremos éxito si lo acometemos juntos.

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Rafael González-Quirós ha sido subdirector y director del Instituto Español de Oceanografía (IEO), actualmente dirige el centro del IEO en Gijón y es el delegado de España en la Comisión Oceanográfica de la UNESCO, que coordina la Década de los Océanos.


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