Vivimos tiempos de grandes retos y transformaciones en los que es esencial instalar la sostenibilidad en el centro de la agenda si queremos asegurar un futuro con garantías para nosotros y las generaciones venideras. Desde El Ágora-diario del agua aspiramos a contribuir a esa causa aportando información, conocimiento y espacio para la reflexión, tejiendo una comunidad que conecte a lectores interesados y a los mejores expertos en sostenibilidad e innovación.
El agua será el argumento vertebrador de muchos de los temas que abordaremos. No en vano somos agua y vivimos del agua: ésta cubre el 70% de la superficie terrestre y nuestro propio cuerpo está formado también en un 70% por ella. Es el elemento distintivo de nuestro planeta, la fuente de la biodiversidad y de nuestra existencia.
Cuando en 1972 los tripulantes del Apollo 17 enviaron la primera imagen completa de la Tierra desde el espacio, pudimos apreciar la gran singularidad de nuestro planeta.


Aquella canica azul, como la describieron los astronautas, brillaba en la negrura exterior como un cuerpo cósmico insólito, lleno de dinamismo. Esa imagen mostró la belleza y la fragilidad del milagro de la vida en nuestro planeta y alimentó la incipiente conciencia ambiental de la época.
Han pasado cinco décadas y esa vulnerabilidad se ha hecho más notoria. En el tiempo transcurrido, la población mundial se ha duplicado, se ha multiplicado la presión sobre los recursos y los ecosistemas y se han acrecentado la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Pero también ha variado también la percepción sobre las urgencias ambientales que padecemos. Hay ya un consenso generalizado sobre la necesidad de actuar para asegurar el bienestar humano sin superar la capacidad de carga de los ecosistemas que nos sostienen.
La puesta en marcha de modelos de economía circular, la descarbonización de la economía y la implementación de una gobernanza efectiva para el medio ambiente son asuntos de primer nivel en la agenda política internacional. De hecho, ya no se discute si hay que llevar a cabo una transición ecológica o no, sino sólo sobre el modo de llevarla a cabo y la velocidad a la que hay que hacerlo.
En ese sentido, la Humanidad tiene una hoja de ruta definida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por la ONU en 2015 y aceptados por todos los países. La Agenda 2030 señala 17 grandes objetivos de trabajo y más de un centenar de indicadores mensurables en los que hay que actuar en la próxima década para garantizar la sostenibilidad de la sociedad global.
El Ágora es, por tanto, un diario alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por eso, todas nuestras noticias aparecen etiquetadas con nuestra marca ÁgoraODS, que indica mediante iconos los ODS con los que están relacionadas.
Informar en tiempos de redes sociales
Vivimos una revolución del ecosistema de la comunicación impulsada por la globalización, la digitalización y las redes sociales. Nunca ha habido tanta información, fuentes y canales a disposición del ciudadano ni la capacidad de conectar al instante con lo que ocurre en cualquier punto del mundo. La comunicación se ha democratizado y los medios han dejado de ser el mediador único entre los hechos y el público. Ahora, cualquiera puede ser protagonista y generar, recibir y compartir información.
¿Qué función puede desempeñar un diario en estos tiempos de aceleración de los ritmos informativos?
Es cierto que la comunicación ha dejado de ser vertical y se ha hecho más compleja y matricial, pero esta gigantesca conversación generalizada también genera distorsiones. Ante tal avalancha de contenidos resulta difícil evitar el ruido, detectar los contenidos relevantes y, cómo no, protegerse de las informaciones fraudulentas, interesadas o malintencionadas.
Se define ya como infoxication al malestar producido por el exceso de información y la exposición a estímulos constantes y cambiantes.
Es aquí donde toma un sentido si cabe más relevante que nunca el papel de facilitación de los medios de comunicación. Es un gran momento para el periodismo. Una oportunidad estupenda para cabeceras que apuesten por la información relevante, de calidad, fiable y especializada.
El Ágora desea recuperar esa función de servicio a la sociedad, ofrecer valor, generar contenidos propios, seleccionar y agrupar las mejores ideas y las voces más relevantes de la sostenibilidad. Queremos ser una plaza pública a la que acudir para ponerse al tanto de los hechos más importantes del día, sin necesidad de trotar por mil canales para conseguirlo.
¿Qué vamos a ofrecerles a partir de hoy?
Como pueden ver ya en nuestra página, publicaremos contenidos relevantes y de calidad sobre cuestiones como el cambio climático, la biodiversidad, la economía circular, la innovación, la ciencia o la sostenibilidad en los medios urbanos.
También incorporaremos la opinión y el análisis, acogiendo para ello las voces de expertos, protagonistas y líderes destacados en diversos ámbitos de la sostenibilidad. Como en el ágora griega, deseamos que El Ágora sea un punto de encuentro abierto, amigable y cívico donde compartir ideas y saberes.
Con este fin, nuestro diario también recoge datos, estadísticas y referencias sobre el agua y el medio ambiente, que pueden consultarse en nuestra sección Ágora Open Data, una fuente de información pública que acumula legislación, estadísticas, infografías e información climática al servicio de los usuarios.
Veracidad y calidad, nuestras señas de identidad
La relación entre un medio y sus lectores exige confianza y respeto por ambas partes. En ese sentido, para garantizar la fiabilidad de nuestras informaciones, nos hemos dotado un sistema de análisis de transparencia llamado ÁGORA TRUE que monitoriza que todas las informaciones que publicamos responden a estándares de calidad y ética periodística.
El periodismo tiene grandes virtudes y algunos males que son tan antiguos como él. Por eso, como director de El Ágora, les avanzo que trataremos de evitar a toda costa algunos vicios conocidos: no mezclaremos la información con la opinión; tampoco confundiremos la información con el entretenimiento ni creeremos que lo más relevante es lo que genera más clicks, tentaciones de estos tiempos de infotainment y de clickbait; por último, tampoco franquearemos la barrera entre lo noticioso y lo publicitario.
¿Cómo contar hoy el medio ambiente?
Colocar los temas ambientales en el escaparate mediático nunca ha sido fácil. Para competir por la primera página, el medio ambiente ha incurrido en ocasiones en el catastrofismo y el tremendismo. Otras veces ha caído en el autoengaño: ser el relleno con fotos bonitas que completaba el informativo o las páginas de atrás del diario.
El periodismo ambiental también ha sufrido el mito de Casandra, que presagiaba los males por venir, pero a la que nadie escuchaba. Todo esto ha generado en el público algunos efectos psicológicos bien estudiados como la ecofatiga, un cansancio provocado por los sermones admonitorios; la angustia ambiental, un bloqueo mental ante sucesos graves que no pueden resolverse personalmente; o el efecto Bambi, consistente en ver el medio ambiente desde una distorsionada idealización de la conservación de la naturaleza, que abomina de toda gestión del medio y apela a una Edad de Oro que nunca existió.
Pienso que ha llegado el momento de que la comunicación ambiental amplíe su discurso. Porque los tiempos han cambiado. No sólo hay que explicar lo que está mal, sino sobre todo explicar lo que funciona, lo que está mejorando, y poner en valor las experiencias de éxito y las muestras de talento e innovación por la sostenibilidad que ya están siendo llevados a cabo en muchos lugares por todo tipo de agentes. Tenemos grandes ejemplos de los que aprender y a los que dar visibilidad.
Además, hay que mostrar amplitud de miras para hacerlo. Las viejas especializaciones del periodismo ya no sirven para contar la compleja realidad que vivimos ni los desafíos globales que afrontamos. Hablar de sostenibilidad implica abordar cuestiones de desarrollo humano, científicas, tecnológicas, económicas, políticas o sociológicas.
También los actores han cambiado. Los protagonistas del cambio hacia el desarrollo sostenible no son ya un grupo de personas concienciadas, sino múltiples agentes sociales. Las ciudades, por ejemplo, lideran ahora muchos cambios y tienen la capacidad de actuar de forma inmediata y directa sobre la calidad ambiental y la calidad de vida.
Al mismo tiempo, las empresas, con su gran capacidad de acción, son motores de transformación y parte esencial de la solución, pues muchas de ellas han integrado ya la responsabilidad ambiental en el centro de su estrategia.
El Ágora quiere narrar todos los cambios, innovaciones y propuestas de valor que se están llevando a cabo. Es para mí una gran satisfacción intentar hacerlo con la ayuda del estupendo equipo de redacción que compone nuestro diario.
Bienvenidos a El Ágora; disfrútenla, léanla, compártanla.
