Revisando los más recientes informes de previsiones económicas, que no han sido pocos estos últimos días, se encuentra en ellos un discurso repetitivo en base a unas cifras que más o menos varían dependiendo del grado apocalíptico que se quiera transmitir y con algunas medidas generalistas poco propositivas.
En uno de ellos, el Informe de Previsiones del FMI de abril de 2020, se ha recalcado algo realmente propositivo: “Bankruptcy courts as well as out-of-court restructuring mechanisms with independent restructuring experts will need to move swiftly to assess valuations and apportion losses across banks, investors, and firms”. En lo anterior se encuentra una proposición que resalta que las pérdidas que pueda generar esta crisis deben ser asumidas proporcionalmente y por quien corresponda. En muchos informes de previsiones de Entidades Financieras se habla de medias de control a los estímulos, de fomento de inversión de forma genérica y de adaptación al contexto, todas medidas muy genérica. Pero la mayoría de estas entidades no movieron ficha hasta tanto el Gobierno no puso sobre la mesa las condiciones de los avales propuestos en el Real Decreto-ley 7/2020, de 12 de marzo, las cuales fueron negociadas considerablemente. Pero que significa el aval que ha puesto el Gobierno sobre la mesa es que esos préstamos en caso de default los asume el Estado contra sus presupuestos mitigando el riesgo de las Entidades Financieras.
A día de hoy escuchamos que las EEFF se encuentran más reforzadas en sus estructuras de capital por las diferentes provisiones prudenciales que han asumido, lo que transmite que las EEFF no son el problema en esta crisis ya que se encuentran más reforzadas y con liquidez. El problema es que parece que tampoco están por la labor de participar en la solución, mientras no cuenten con las garantías necesarias. Está claro que las EEFF Españolas sí van a sufrir un impacto en su cuenta de resultados, dado que el consumo se ha deteriorado y la cifra de tarjeta en mora a la fecha ya debe de ser al menos preocupante. Por tanto se han tomado medidas por parte del Gobierno para apoyar la liquidez. Pero que se tenga claro que ese riesgo lo está asumiendo el Estado en un mayor porcentaje, concretamente el 80%, por tanto las EEFF en pro de su negocio otorgarán los créditos en la medida que su exposición se lo permita.
«Por qué no usar esa capacidad de análisis de las entidades financieras para ayudar al tejido empresarial»
Por tanto, en línea de la afirmación del FMI, las EEFF deben aportar medidas concretas como puede ser una política que contemple instrumentos de refinanciación prudenciales y preventivos y no enviar a sus jurídicos a ejecutar garantías o cierre tácito de líneas cuando una empresa manifieste su previsión de insolvencia. Así como se envían prestamos pre-concedidos para comprar cualquier bien de consumo, por qué no usar esa capacidad de análisis para ayudar al tejido empresarial, que no cuenta con sistemas de información de riesgos, a prevenir situaciones de insolvencia más acentuadas, y no utilizar esta situación para intentar colocar seguros y abusar de la venta cruzada. Ya cuentan las EEFF con COCOs y otros instrumentos que pueden activar para cubrir pérdidas en caso de ser necesario.
Por parte de las empresas, los modelos de gestión desde los años 50 están encaminados a la maximización de los beneficios del capital, y no es una crítica al modelo, por el contrario, es la necesidad de identificar por qué las empresas hoy en día son menos resistentes a las situaciones coyunturales independiente del origen. Desde los modelos de gestión funcionales de Fayol, los de objetivos y resultados, los modelos de gestión de la producción de los años 80 que tuvo como bandera el modelo “Just in Time” y la Gestión de la Cadena de Suministros, así como de la mano de la tecnología, en los últimos años, los modelos BPO (Business Process Outsourcing y más recientemente los modelos SaaS). Cada uno de estos modelos ha servido para incrementar la productividad y la eficiencia, principalmente la del capital, por tanto, el modelo “just in time” determinó que las existencias son un coste que aumenta las necesidades de circulante y por tal motivo genera un aumento de los costes financieros que impacta los resultados y la capacidad de retribuir al capital. Hoy vemos cómo el sistema productivo prácticamente ha tirado el ancla porque la cadena de suministros se ha roto y no se cuentan con existencias para la producción.
«Las empresas a día de hoy son totalmente dependientes de la financiación a corto plazo»
Como ejemplo más reciente, los procesos de externalización se han constituido en el nuevo paradigma de la gestión, deslocalizando la producción de las empresas. Por tanto, ¿qué queda por el lado del activo? La cartera de clientes y la tesorería. Bajo este paradigma, a las EEFF, forzadas en parte por la regulación, se les penaliza la colocación de préstamos a largo plazo para que las empresas puedan mantener una financiación estable y puedan lograr un tamaño que presente menos vulnerabilidad en un periodo de tiempo menor reduciendo su exposición a situaciones coyunturales y alcanzar unos niveles de flujo de caja estables. Así las empresas a día de hoy son totalmente dependientes de la financiación a corto plazo, al punto que grandes empresas generadoras de caja solo puedan tener una margen de seguridad de 60-70 días como mucho. En una PYME con cobros a 90 o más días ya podremos imaginarnos. Así las empresas no cuentan con unos balances monetizables y una vez se anunció el estado de alarma inmediatamente muchas de ellas al siguiente día presentaron los ERTEs, sin tan siquiera poder asumir el mes completo de marzo por su cuenta. Pensemos que si las empresas han optado por un modelo de retribución del capital a costa de la estabilidad financiera de la unidad económica que genera los flujos, tendremos empresas débiles, salvo que encontremos la forma en que estas empresas cuenten con los instrumentos necesarios para que garanticen hasta cierto punto su producción.
«El tiempo de salida de esta crisis estará determinado por la capacidad y voluntad de los agentes para lograr un consenso»
Lo anterior no es una crítica a los modelos actuales de gestión, es la economía que hemos desarrollado después de la segunda guerra mundial y que nos han permitido alcanzar el desarrollo obtenido en las economías avanzadas y en desarrollo. Se trata de poner las fichas del ajedrez de forma ordenada para saber cuál es el papel que juega cada agente en este nuevo marco socio económico y político que se avecina, dado que la pandemia actual, solo ha hecho acelerar algunos cambios, los cuales quizá, hasta ahora, no habíamos querido abordar.
Por tanto, las cifras de los informes de previsión contextualizan posibles escenarios, unos más acentuados que otros, pero tienen un propósito y es que cada agente económico debe actuar de manera previsora, interactiva con el resto de agentes para minimizar de forma conjunta el impacto de esta crisis, bien sea que el PIB baje un 8% o un 14% o si los confinamientos se extienden más semanas. El tiempo de salida de esta crisis estará determinado por la capacidad y voluntad de los agentes para lograr un consenso poniendo sobre la mesa medidas concretas, así como una vinculación seria de las contrapartes, esto es Gobierno, empresas, trabajadores y entidades financieras. Estas últimas como gestoras de los pasivos de todo el proceso, que nos permita llegar al día después de todo esto-y no me refiero al desescalamiento, sino a cuando todo esto realmente acabe-, con estructuras productivas más estables y un Gobierno sin miopía -miopía extrema en algún ejemplo, por desgracia, cercano-, capaz de gestionar crisis, cualquier tipo de crisis.