Atticus Frinch, el encomiable abogado de la novela Matar un ruiseñor -obra de la escritora americana Harper Lee, que sería llevada a la gran pantalla, en la que se abordan temas como la injusticia y la destrucción de la inocencia-, facilitará a sus hijos, a los lectores y a los cinéfilos una lección inolvidable: matar ruiseñores que solo cantan y no hacen daño, dado que son inocentes y están indefensos, es un acto malvado.
Leo en la prensa una noticia desesperanzadora: La encina milenaria de Serón, La Peana, se muere de manera irremediable. «Así lo ha trasladado la Junta al Defensor del Pueblo andaluz argumentando que sufre un avanzado proceso de deterioro imparable, por lo que su muerte puede pasar en cualquier momento dados los problemas estructurales”, añade el titular del Diario de Almería.


«Que todos los seres vivos tienen que fallecer, es una obviedad. También la ley de la gravedad continúa cumpliéndose a raja tabla, y no por ello dejamos caer ni abandonamos a nuestros edificios más emblemáticos»
Todo comenzó hace muchos, muchos años, cuando una encina sin nombre empezó a crecer de forma vigorosa en la sierra de los Filabres. Una sierra especialmente castigada por la actividad minera, que llevó a la práctica desaparición de los bosques. Solo un puñado de encinas sobrevivieron, y siguen empeñadas en demostrar que la ausencia de bosques y el avance de la desertización que caracterizan a esta parte de España es un producto de las acciones llevadas a cabo en el pasado, y de la falta de voluntad actual para revertir la situación en favor de los árboles.
Esta encina no es un árbol cualquiera. Hablamos de la encina más antigua y de mayores dimensiones de Andalucía, está ubicada en el municipio de Serón, y goza de nombre propio: La Peana. Los vecinos la tienen en gran estima y reconocimiento social. Los propietarios se han desvivido en cuidarla -ha pasado a formar parte del escudo familiar-, y también en evitar su tala, ya que a mediados del siglo pasado se opusieron de forma tajante a que fuera convertida en leña.
«Las venerables encinas de los Filabres, en Almería, siguen empeñadas en demostrar que la ausencia de bosques y el avance de la desertización que caracterizan a esta parte de España es un producto de las acciones llevadas a cabo en el pasado»


La gestión forestal del momento llamaba a eliminar estos árboles viejos, atribuyéndoles ser el foco de expansión de las plagas, enfermedades y otras miserias que atenazaban a los montes. Una visión de la naturaleza que ha provocado la pérdida de biodiversidad genética, de especies y de hábitats. Precisamente, algo que ha cambiado de forma radical al haber pasado la diversidad biológica a formar parte de los objetivos principales de la Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea para 2030. Un documento que reconoce que “la protección de la biodiversidad está totalmente justificada desde el punto de vista económico”, ya que la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y de los servicios ecosistémicos que presta.
«Hablamos de la encina más antigua y de mayores dimensiones de Andalucía, cuyos propietarios y vecinos se han involucrado en cuidar»
Según ha comunicado el Defensor del Pueblo Andaluz, en fecha 12 de agosto de 2020, iniciaron la apertura de una queja de oficio, tras conocer por los medios de comunicación que La Peana se encontraba en serio peligro, con el objetivo de contribuir desde la Institución a una rápida intervención por parte de la Consejería competente.
La Peana fue declarada Monumento Natural de Andalucía, mediante decreto 456/2019, de 23 de abril, con el siguiente fundamento: “Se trata del árbol más grande de Andalucía, según el último catálogo elaborado por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía. La encina milenaria está situada en una finca privada del valle de La Loma. El espacio discurre paralelo a la carretera local de Serón que une el municipio al antiguo poblado minero de Las Menas de la ladera norte de la Sierra de los Filabres. Un espécimen que ha sobrevivido miles de años siendo testigo del paso del tiempo y de las radicales transformaciones de su entorno. Esta encina es conocida popularmente por los aldeanos como la encina milenaria o ‘La Peana’. Esta encina es uno de los antiguos vestigios de lo que fue la vegetación del bosque mediterráneo dominante en otros tiempos en la Sierra de Los Filabres, siendo testigo del deterioro y la sobreexplotación del bosque mediterráneo que poblaba estas sierras”.
«La mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y de los servicios ecosistémicos que presta»


No deja de sorprender, que en fecha 14 de diciembre de 2020, el Defensor del Pueblo Andaluz haya cerrado la queja de oficio al ser informado por los responsables de la Junta, de que por muchos esfuerzos que se realicen, tan solo se conseguirá retrasar la muerte de la encina.
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Como botánico, tras haber estudiado el ejemplar “in situ” y participado en la reunión técnica mantenida a pie de árbol el 16 de junio de 2020, con la presencia de los responsables políticos, el propietario y los medios de comunicación, puedo afirmar que el problema estructural que presenta el ejemplar puede tener solución técnica. Sirva como ejemplo la restauración de la Encina Terrona, con un problema biomecánico similar, que llevó a cabo hace dos décadas la Junta de Extremadura, fue el primer ejemplar en ser declarado Árbol Singular en tierras extremeñas. No es el único caso, también los hay en Francia, Italia, Polonia, Inglaterra…
Que todos los seres vivos tienen que fallecer, es una obviedad. También la ley de la gravedad continúa cumpliéndose a raja tabla, y no por ello dejamos caer ni abandonamos a nuestros edificios más emblemáticos. El secretario general de Naciones Unidas ha declarado: “Nuestro planeta está quebrado: la humanidad está librando una “guerra suicida” contra la naturaleza». Por ello es más necesario que nunca que una Institución de prestigio como el Defensor del Pueblo Andaluz continúe trabajando para garantizar el mejor de los futuros para uno de los miembros mas ancianos de su pueblo. Hablamos de un monumento vivo, y hasta el último momento hay que intentarlo.
