Apagar el incendio del futuro y obtener bosques como catedrales - EL ÁGORA DIARIO

Apagar el incendio del futuro y obtener bosques como catedrales

Podemos cambiar el futuro si actuamos en el presente. Y en materia de conservación de la biodiversidad cada vez hay más ejemplos de proyectos que implican a administraciones, población y sector privado, donde la colaboración y las alianzas son la clave


Amanda del Río Murillo Directora Técnica Fundación Global Nature


La naturaleza, nuestros montes, nuestros campos están habitados por la especie humana desde hace millones de años y seguirán haciéndolo en el futuro. Y son los usos primarios, la agricultura, la caza, la ganadería, el forestal, los que mantienen, o mejor dicho los que pueden mantener, su medio de vida y actividades, la biodiversidad, los paisajes, y las costumbres y tradiciones que merecen ser conservadas y que, me temo, estamos perdiendo. La buena noticia es que podemos cambiar el futuro si actuamos en el presente.

Me da miedo esa confrontación entre el mundo rural y el urbano, cada vez más presente y que causa cada día mayores incongruencias y pérdidas para todos, para el campo y para la ciudad. En los pueblos cada vez viven menos personas y la tierra cambia de usos a pasos agigantados; la cultura rural es poco comprendida por numerosos urbanitas y éstos, cuando van al campo, a menudo, juzgan sin entender esa naturaleza, bajo su prisma “moderno”, ese que va de consumir ecológico y local, pero que no entiende la cultura del perro pastor o la crianza del ganado. Porque lo ecológico es necesario, sí, pero también lo social.

«El mundo necesita urgentemente repensarse, con pensamiento a largo plazo, o ‘pensamiento catedral'»

Pensando en este año y encarando las crisis, la del Covid-19, la climática y la de la biodiversidad, no puedo estar más de acuerdo con que el mundo necesita urgentemente repensarse, con pensamiento a largo plazo, o “pensamiento catedral”, una de las grandes lecciones de 2020 según el filósofo Roman Krznaric. Este pensamiento implica pactar la solución con nuestro yo del futuro, pensar en qué querría encontrarse mi yo del futuro en ese espacio y en cómo se puede llegar a ese ideal.

Quizás fue este tipo de perspectiva la que provocó que hace algo más de dos años, la directora de un espacio natural protegido y un ayuntamiento se pusieran de acuerdo en la necesidad de proteger zonas boscosas con alto peligro de incendio a base de usos privados. Para conseguirlo, contaron con Fundación Global Nature, dedicada a conservar la biodiversidad implicando a la población en la tarea. Y se hizo con un modelo de contrato sociedad-naturaleza ventajoso para la Administración, que ahorra dinero y que permite que los propietarios privados ganen dinero.

Zonas abandonadas y con alto peligro de incendio se convirtieron en cultivos sostenibles que permiten dar nuevos usos agrícolas y proteger un Parque Natural, el del Desert de les Palmes, en Castellón. Gracias a los contratos firmados con 27 propietarios en 14 hectáreas reconvertidas se han creado esos “cortafuegos verdes”, es decir, zonas limpias de vegetación, pero con un uso concreto. Se consigue así prevenir el riesgo de incendios, gracias a ese olivar habitado, que debe generar ingresos y empleo, quizás no a corto plazo, pero sí a medio y a largo plazo. Es, sin duda, un proyecto basado en el “pensamiento catedral”.

Desert de les Palmes, en Castellón.

Nuestros montes necesitan usos que los mantengan habitados, vecinos que estén interesados en convivir con los bosques para así ser los más interesados en protegerlos. Pero también necesitan, como cualquier otro espacio natural, que los gestores y decisores, a menudo urbanitas, entiendan que el valor de estos modelos radica en que se protege tanto la naturaleza como la vida rural. Y que, para ello, al mirar al paisaje hay que pensar en ese yo del futuro, que necesitará agua, alimento, aliados que nos protejan contra las plagas o los incendios. Proteger la naturaleza supone pensar a largo plazo, entender las dinámicas de sucesión ecológicas. Pero también las sociológicas, ya que son los usos de la población que vive sobre el terreno los que realmente moldean y pueden proteger nuestra naturaleza.

Y así, pensando en el incendio del futuro quizás lleguemos a tener bosques como catedrales.


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