E
l agua, como bien esencial para la vida, ha sido clave para el desarrollo de las civilizaciones a lo largo de la Historia. Este elemento básico, que une a todos los seres vivos de la Tierra, ha sido, es y será, objeto de disputas y discusiones técnicas, políticas y sociales.
Sin embargo, desde los últimos años, el mundo está cambiando. La globalización es un concepto que no sólo aplica a la estructura de mercado mundial imperante, sino que es sinónimo de la interconexión de todo con todo. Esto ha llevado al convencimiento de que el respeto por el medio ambiente no puede ser cosa de unos cuantos países, sino del conjunto de los mismos. Sólo actuando de común acuerdo y poniendo a la naturaleza en el centro de las decisiones podemos aspirar a un desarrollo realmente sostenible que consiga que el lugar en el que vivimos pueda seguir siendo conocido como Planeta Azul.
Por otro lado, la generalización del uso de las redes sociales y la proliferación de periódicos y diarios digitales ha permitido el acceso instantáneo a la información, así como la democratización de la misma. Esto hace mucho más dinámico discutir y dialogar, pero también, mucho más complicado poder distinguir qué es verdad científica, qué es retórica o qué es, simplemente, una opinión personal.
Todo lo referente al agua también está cambiando, puesto que lo dicho anteriormente, le afecta de pleno. La concienciación ha ido sumando adeptos día tras día: al Día Mundial del Agua se suman el Día Mundial del Medio Ambiente, el Día Mundial de los Océanos, el Día Internacional de los Bosques y un largo etcétera. Y, en esto último, estamos especialmente implicadas las generaciones más jóvenes. Esta concienciación medioambiental está muy presente para todas las personas que trabajamos por y para el agua.


Como particularidad, hay que añadir que, en las últimas décadas, la heterogeneidad ha llegado también a la formación académica de las personas que nos dedicamos a este sector. Bolonia ha afectado sobremanera a la oferta académica ofrecida por las distintas universidades. A las clásicas licenciaturas y diplomaturas e ingenierías superiores y técnicas -que se han traducido ahora en los correspondientes grados y másteres-, se unen planes formativos muy variados, de nuevo cuño. Esto hace que, frente a un pasado en el que los estudios que llevaban de forma natural a hacer carrera en el agua fueran relativamente restringidos, el presente supone un entorno realmente multidisciplinar en el que conviven: caminos, obras públicas, montes, forestales, industriales, ambientales, periodismo, geología, biología, física, química, etc.
Esto tiene pros y contras. Por un lado, todo lo que se puede denominar como multidisciplinar es más enriquecedor, pero también, mucho más competitivo.
Trabajar en agua supone un gran reto, pero también una fuente casi infinita de enigmas a resolver, conceptos por aprender, ideas por desarrollar y personas con las que colaborar estrechamente.
A una persona joven que trabaje o quiera trabajar en el mundo del agua, el manejo de las redes sociales, la capacidad de defender posturas y opiniones, el saber distintos idiomas, etc., no se le supone, se da por hecho. Las nuevas generaciones no es que nos hayamos tenido que adaptar, sino que hemos entrado de cabeza al mundo laboral, directamente en el conocido como entorno Volátil, Incierto, Cambiante y Ambiguo VICA (VUCA por sus siglas en inglés).
España, al igual que el resto de países, tiene aún mucho que hacer en materia de medio ambiente y en particular en agua y, para esto, las nuevas generaciones somos clave. Gobernanza; políticas públicas; selección de mejores técnicas disponibles; diseño, construcción y mantenimiento de infraestructuras; correcta y atrayente divulgación; y conexión con el ciudadano de a pie, de todo lo anterior; son retos para los que las nuevas generaciones, tendremos cada vez más peso.
Los actuales ODS defienden la “universalidad” del reto medio ambiental, estableciendo que todos los problemas están interconectados y hay que abordarlos desde todos los países
Un punto muy relevante a destacar es lo que dice de todo esto la comunidad internacional. Tras los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), llegaron los vigentes Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Puede que los primeros pasaran algo desapercibidos, ya que buscaban metas sólo en determinados países. Sin embargo, los actuales ODS defienden la universalidad del reto medio ambiental, estableciendo que todos los problemas están interconectados y hay que abordarlos desde todos los países.
Los ODS persiguen la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad. Es decir, van mucho más allá de lo estrictamente ambiental y se adentran en aspectos sociales y esto último es muy relevante.
Si tras la instauración de los ODM en el año 2000 se creó la Oficina Española del Cambio Climática (OECC), ha sido tras la instauración de los ODS en 2015 cuando se ha creado el Alto Comisionado para la Agenda 2030.
Para el caso del agua en particular, la XII Legislatura ha sido muy intensa en cuanto a la preocupación del Gobierno por el asunto del agua. Esta curiosa etapa institucional en la que ha habido dos gobiernos de distinto color, nos trajo la iniciativa del Pacto Nacional por el Agua que fue continuada con el Libro Verde de la Gobernanza del Agua en España, cuyo proceso participativo, se espera continúe en esta XIII Legislatura.
Todo lo dicho hasta ahora es sólo un ejemplo de lo que queda por hacer y, por tanto, en lo que las generaciones jóvenes hemos de ser parte activa, pero no reactiva, sino proactiva.


Conscientes de que en unidad se avanza con paso firme y seguro, en los últimos años han nacido distintas iniciativas por parte de la gente más joven. Algunas de ellas desde la universidad, otras desde las empresas, otras desde asociaciones, etc. Las temáticas son variadas: plásticos, bosques, océanos, medio ambiente en general, …
En particular, la YWP (Young Water Professionals) Spanish Chapter, que me honro en vicepresidir, es el capítulo español de jóvenes profesionales del agua de la IWA (International Water Association), ligado a ella a través de AEAS (Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento), de la que recibe un especial impulso personificado en su presidente, Fernando Morcillo.
No hay que confundir “juventud” con “inexperiencia”, pues la red YWP agrupa desde estudiantes de últimos cursos universitarios hasta profesionales con más de 12 años de experiencia –internacional en muchos casos-, máximos grados académicos (doctorados), especialistas en comunicación ambiental y en todos los subsectores que tenga que ver con el agua, etc.
Uno de nuestros principales objetivos es dar a conocer nuestro trabajo entre nosotros mismos para el resto de generaciones del sector y, por supuesto también, para el público en general. Es por ello que estamos preparando un nuevo congreso que tendrá lugar en Madrid del 12 al 15 de noviembre de 2019 y para el que se anima a participar a todo el mundo, independientemente de su experiencia. Estoy convencido de que empresas, universidades e instituciones de todo tipo se interesarán por esta iniciativa.
El agua, tanto en España como en muchos otros países, tiene grandes retos que abordar: aumento de exigencias a la hora de reutilizar el agua, necesidades de nuevas ideas en depuración, reto demográfico que afecta a la forma de prestar el servicio en zonas despobladas, alcanzar una economía 100 % circular, búsqueda de nuevas fórmulas de financiación, disminución de la huella hídrica, etc. En todo estamos ya trabajando las nuevas generaciones. Así que, en los próximos años, daremos mucho que hablar en este camino hacia la transición ecológica -y por tanto, Hidrológica- que ya está en marcha.
José Antonio Rodríguez de la Cruz es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y vicepresidente YWP Spain
