Tras las primeras previsiones de abril, el Fondo Monetario Internacional ha vuelto a hacer predicciones sobre el comportamiento de la economía mundial, revisando a la baja las previsiones de crecimiento económico de abril. En concreto, el FMI estima que el Producto Mundial se contraerá un 4,9%, siendo la contracción 1,9 puntos porcentuales superior al previsto en abril. Reconoce en su informe de junio que la crisis provocada por el coronavirus está siendo más grave de lo previsto, debido fundamentalmente a una mayor expansión de la esperada de la enfermedad, a los resultados del PIB del primer trimestre, que han sido realmente inferiores a los esperados, y a que el consumo de bienes y servicios ha sufrido una caída mayor de lo esperado, debido fundamentalmente a que el distanciamiento social se ha producido incluso antes de que muchos gobiernos lo impusieran como obligatorio.
Dentro de este último informe de junio del FMI, el país que sale peor parado, junto con Italia, es España, dado que a ambos países europeos se les pronostica una caída de su PIB del 12,8%, empeorando las expectativas respecto al informe del FMI de abril en 4,8 puntos porcentuales en el caso español. No es casualidad que las peores predicciones se ceben con España y con Italia, dado que fueron los dos primeros países europeos en sufrir los mayores rigores de la pandemia, imponiendo un confinamiento forzoso que ha lastrado su economía, especialmente un sector que para ambas naciones es tremendamente importante como es el turismo. Esto último se refleja también en la evolución negativa de Francia -la peor desde el anterior informe-habida cuenta de que es la mayor potencia turística del mundo.
«España debe prepararse ante un posible rebrote de características similares al brote de marzo. El invierno será mucho más largo»
Para los próximos meses, suponiendo que no haya un nuevo rebrote, posibilidad que en absoluto debe ser descartada, el FMI prevé que la recuperación en la segunda mitad de año sea más gradual, dado que el miedo al contagio es probable que continúe, pronosticando para España un crecimiento en 2021 del 6,3%, si bien es cierto que esta predicción es arriesgada, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre reinante y la posibilidad de nuevos rebrotes que obliguen a confinamientos (al menos parciales).
Con este panorama tan negativo, es necesario tomar una serie de medidas que permitan que este castigo económico sea lo mas liviano posible. En primer lugar, es necesario que nuestro país se encuentre preparado ante un posible rebrote de características similares al brote de marzo, solo que con la particularidad de que el invierno será mucho más largo y se complicará con otros potenciales patógenos. Si bien es cierto que nuestros profesionales sanitarios cuentan ya con una experiencia significativa en el tratamiento de la enfermedad, es necesario que la sanidad cuente con los medios necesarios (EPIs, camas de UCI, respiradores, etc.) para evitar una situación de colapso como la vivida las últimas semanas de marzo y las primeras de abril. Evitando precisamente esta situación de colapso es menos probable que sea de nuevo necesario un confinamiento total del país, lo que sería demoledor para una economía española que ya de por sí pide auxilio.
Otro de los asuntos que más portadas ha acaparado durante estas semanas han sido las proposiciones económicas y fiscales para intentar paliar la crisis económica. En efecto, es necesario tomar una serie de medidas, tanto económicas, laborales y fiscales, que sean instrumentos adecuados para esquivar los peores coletazos de la crisis, pero las medidas deben estar orientadas en facilitar la actividad empresarial, no en gravarla, por lo que en vez de subir impuestos y cotizaciones sociales a las empresas, es necesario precisamente lo contrario, es decir, crear un ambiente adecuado para que las empresas puedan sobrevivir durante los peores meses que se avecinan y que puedan ir cogiendo fuerza para regresar a la normalidad, dejando de lado medidas ideológicas. Por ello, si bien es cierto que esta crisis provoca casi obligatoriamente un aumento del gasto público, se debe procurar que aquellos agentes económicos que son capaces de crear riqueza y empleo y que, además, han tenido que soportar los rigores de un parón de varias semanas, queden al margen de un aumento de los impuestos o de cotizaciones sociales.
«Un confinamiento total del país sería demoledor para una economía española que ya de por sí pide auxilio»
Adicionalmente, nuestro país tiene que prepararse para cuando las actuales medidas que protegen el nivel de empleo decaigan. En ese momento se producirá un número de desempleados nuevos bastante considerable y para ello debemos estar preparados. Por ello, uno de los puntos en los que más se nos ha insistido desde Europa y que es señalado por los expertos como crucial es la flexibilidad laboral, por lo que es necesario que las reformas emprendidas por nuestro país en tiempos de la anterior crisis financiera no caigan en saco roto y se mantengan vigentes, puesto que aportan a nuestro sistema flexibilidad, que es clave para la creación de nuevos empleos. Además, algo que también señala el FMI es la necesidad de ir pasando gradualmente de proteger el empleo y las empresas a facilitar la recuperación y eliminar los factores que dificultan la reasignación de trabajadores, además de fomentar la reconversión de trabajadores hacia otras actividades económicas.
En definitiva, la tormenta que en abril creíamos que se avecinaba es ahora vista con mucha más preocupación. Estos meses en los que Europa -España en particular- parece que vive una “calma tensa”, van a ser claves para poner en marcha políticas económicas y fiscales que eviten un empeoramiento todavía mayor de la economía del previsto y, sobre todo, la posibilidad de que un nuevo brote acabe por retrasarnos a la casilla de salida, volviendo a la situación de marzo. Es momento de tomar medidas no partidistas que nos permitan superar la situación creada hasta la aparición de la tan deseada vacuna. Veamos.