Un proyecto europeo de reconversión ecológica en el cultivo tradicional, no en el intensivo - EL ÁGORA DIARIO

Un proyecto europeo de reconversión ecológica en el cultivo tradicional, no en el intensivo

El presidente del Institut Agrícola, Baldiri Ros, analiza la postura de esta institución respecto a la agricultura ecológica y su apoyo a esta práctica dirigida hacia los cultivos tradicionales, a la vez que señala los puntos débiles de este modelo y pide políticas «realistas»


Baldiri Ros Presidente Institut Agrícola Sant Isidre y vicepresidente de Foment del Treball


Desde hace unos años, el Institut Agrícola emite informes sobre los temas que atañen al agricultor y al ganadero, en los que señalamos problemas y marcamos posición. Nuestro objetivo es favorecer los debates, los contrastes de opiniones, porque estamos en una época de cambio, que la pandemia ha acelerado. Ciertamente, el último informe emitido a primeros de abril sobre el futuro de la agricultura no ha dejado indiferente. Hemos recibido algunas críticas en las que se nos acusa de estar en contra de una agricultura más cercana, más ecológica, más natural. Nada más lejos de nuestra posición, pero para entenderla quizás hay que leer más allá del titular.

Quiero aprovechar esta oportunidad para analizar una cuestión que debe abordarse más allá del eslogan pegadizo o de posiciones numantinas, empezando por el principio, porque las decisiones de cómo hemos de afrontar el futuro, que medidas se deben arbitrar, deben sustentarse en la realidad de la agroalimentación, no en un supuesto modelo ideal del que estamos a años luz. Es decir, cualquier tipo de modificación productiva en pro de un objetivo, de cualquier objetivo, debe hacerse atendiendo a la realidad. Es decir, garantizando el suministro, pensando en el conjunto de la cadena alimentaria y en el déficit de algunos productos que tenemos en Europa como es la producción de fertilizantes, productos químicos y farmacéuticos, necesarios para garantizar la sanidad vegetal y animal, o incluso tecnológicos. Es decir, no podemos ser simplistas.

La extensión e intensificación de la agricultura ecológica es una gran oportunidad para todas aquellas zonas de España que son cultivadas con métodos tradicionales, que se encuentran deprimidas y con problemas importantes de agua, fertilizantes o condiciones de la tierra. Incluso, también es un método de producción agroalimentaria relevante para nuevos cultivos especialmente en zonas donde se agota el terreno disponible. Por tanto, es prioritario dirigir los esfuerzos de la agricultura ecológica hacia los cultivos tradicionales en vez de a la agricultura intensiva, la cual hoy por hoy, es la salvaguarda de una alimentación europea de calidad, con seguridad de suministro y a costes razonables para los consumidores. No ponemos puertas al campo como se ha insinuado, queremos adaptar los proyectos de cambio a la realidad que tenemos.

«Un sistema basado en agricultura ecológica supone la reducción de entre un 25% y un 40% de los rendimientos por hectárea»

El Institut Agrícola lo que plantea es que frente a las pérdidas de producción e incrementos de costes en la agricultura intensiva, la implantación de modelos ecológicos de explotación agrícola en cultivos tradicionales aumenta la productividad de estos cultivos, apoya la selección natural de las especies más aptas en función de las condiciones climatológicas, geográficas o hídricas, e incentiva las inversiones en innovación para la creación de puestos de trabajo y poner en el mapa competitivo a explotaciones que hoy en día son fuente de pérdidas permanentes y cada vez más agotadas.

Estos cambios, como toda oportunidad, tienen sus puntos débiles. Un sistema basado en agricultura ecológica supone la reducción de entre un 25% y un 40% de los rendimientos por hectárea. Un coste inasumible para los agricultores que tendría un impacto negativo en su bienestar. El impacto también sería negativo en los precios de las materias primas, que subirían entre un 6% y un 10%, lo que elevaría la inflación global y el gasto de las familias en alimentación, y ante la crisis económica que se avecina convendría tener estos efectos en cuenta antes de redirigir estrategias encaminadas a producciones “tradicionales”, es decir, aquellas que ya son prácticamente “ecológicas” dado que no se usan fertilizantes, pesticidas u otros productos químicos.

«No nos oponemos a los cambios, pero exigimos políticas realistas basadas en la vigilancia de los productos y servicios agroalimentarios dependientes de la importación»

En suma, en vez de poner el objetivo en los mercados agroalimentarios con base en agricultura ecológica que pueda poner en peligro la estabilidad global del sistema alimentario europeo, es necesario poner el foco en la actual superficie cultivable gestionada de manera “tradicional”, con bajos rendimientos y cuya supervivencia depende de los pagos directos de la PAC. Por eso, planteamos eco-esquemas y otras figuras de condicionalidad ambiental para, por un lado, llevar inversión a las zonas más deprimidas y, por otro lado, reconvertir cultivos y modos de producción sostenibles sin poner en riesgo los sistemas intensivos de alta eficiencia en el uso de recursos que son los que aseguran el suministro global de alimentos en la Unión Europea, porque es compatible ser eficientes con una menor huella carbónica e hídrica.

Insisto, no nos oponemos a los cambios, pero exigimos políticas realistas basadas en la vigilancia de los productos y servicios agroalimentarios dependientes de la importación y, al mismo tiempo, la reconversión de las zonas de producción tradicionales hacia la agricultura ecológica es como mejor puede la política europea avanzar en los próximos años, superando los conflictos existentes entre visiones encontradas como está sucediendo en la negociación de la PAC, y asegurando cumplir los principios fundamentales de la UE.

Hemos de superar la dicotomía entre medioambientalistas y grandes receptores de subvenciones. Ante esto, nuestro modelo se sustenta en garantizar este suministro a precios razonables y, al tiempo, mejorar la productividad y la calidad de vida de los agricultores y ganaderos, con un proyecto europeo que dé respuesta a una población de 500 millones de personas, un detalle que conviene no olvidar. Es necesario que se produzcan cambios importantes, pero no tienen que hacerse sin tomar en consideración el punto de partida y las condiciones existentes de competitividad, productividad y estabilidad de mercado.


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