La pesca es esencial para la alimentación, la subsistencia y el comercio. No lo dice Cepesca, ni Europêche, ni empresa alguna de este sector; lo dice la FAO. Y afirma también la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación que “el estado de los recursos limita su capacidad de absorber las crisis climáticas, especialmente en regiones en desarrollo donde existe una mayor dependencia de la pesca”.
Entre otras cosas, el cambio climático está trayendo consigo un paulatino calentamiento de mares y océanos, que conduce, por ejemplo, a un descenso en el suministro de oxígeno. Está generando además un aumento del nivel de las aguas marinas, que afecta a su luminosidad, etc. Estas y otras variaciones que provoca el fenómeno climático auguran cambios en la capacidad de los océanos para producir pescado en el futuro en comparación con su capacidad actual.
Varios informes elaborados por científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) a partir de los resultados de distintas investigaciones realizadas por este organismo en el marco del proyecto Eclilpsame constatan la influencia del calentamiento global en las poblaciones de peces. Otros estudios más recientes, como el realizado por el Grupo de Pesca Sostenible de la Universidad de California Santa Barbara (EEUU) también llaman la atención sobre el impacto de este fenómeno en los recursos marinos.
«El paulatino calentamiento de mares y océanos y el descenso del suministro de oxígeno auguran cambios en la capacidad de los océanos para producir pescado en el futuro»
Este último estudio, que utiliza datos de 235 grandes poblaciones de 124 especies de interés pesquero en 38 ecorregiones del planeta, así como la evolución de las capturas y las temperaturas desde 1930, confirma un claro impacto en los recursos pesqueros. Y, entre las zonas más afectadas se encuentran las costas españolas y zonas de tradición e interés pesquero para la flota española, como el Golfo de Vizcaya o el Mar de Irlanda.
A escala global y de acuerdo con un estudio de la Universidad Rutgers, publicado en Science, entre 1930 y 2010 el calentamiento del océano provocó una caída promedio de en torno al 4% en las capturas pesqueras; un descenso que se eleva hasta una horquilla de entre el 15% y el 35% en cinco regiones, incluidas el Mar de China Oriental y el Mar del Norte. No obstante, en otras regiones de latitud alta, la tendencia será que el potencial de capturas se incremente.


Ya nadie duda de que el cambio climático conducirá a cambios significativos en la disponibilidad y el comercio de productos pesqueros, y que tendrá consecuencias de carácter geopolítico y económico potencialmente importantes, especialmente para aquellos países con una gran dependencia de esta actividad. De hecho, dice la FAO que, aunque los pronósticos de producción primaria son muy inciertos para los sistemas marinos –ya que la producción primaria es un integrador de cambios en la luz, la temperatura y los nutrientes–, se prevé que disminuya en los océanos entre un 3% y un 9% para el año 2100.
De todos estos efectos climáticos y de cómo afrontarlos desde el sector pesquero vamos a hablar estamos debatiendo entre el 2 y el 13 de diciembre en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que se celebra en Madrid. El encuentro tiene como objetivo concienciar e involucrar a la sociedad y a las naciones para buscar e implementar las mejores herramientas y políticas para contrarrestar el cambio climático.
Sabemos que los impactos del cambio climático en la pesca y en la acuicultura afectarán a personas y comunidades que dependen de este sector para su subsistencia y, por consiguiente, desde Cepesca apoyamos la premisa de la FAO de que las medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático deben estar centradas en el ser humano.
No obstante, el sector pesquero europeo y, en concreto, el español, es consciente de que el cambio climático no es la única amenaza para el sistema pesquero. En este sentido, ya está realizando esfuerzos encaminados a asegurar la ordenación eficaz de la pesca y a reducir los impactos provocados por factores estresantes ajenos al cambio climático con la puesta en práctica de Códigos de Conducta para la Pesca Responsable, el respeto a la normativa y legalidad vigente, la inversión en artes más selectivas, la modernización eficiente de los buques y sus instrumentos, o el refuerzo de las medidas de control para una pesca y comercio sostenible, responsable y con futuro.
«Desde Cepesca apoyamos la premisa de la FAO de que las medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático deben estar centradas en el ser humano»
Garantizar la continuidad de la actividad pesquera exige asegurar la explotación sostenible de los recursos pesqueros y esto implica continuar avanzando en la gestión y gobierno de los océanos y sus recursos. La gestión pesquera basada en un enfoque ecosistémico que se aplica a través de la Política Pesquera Común (PPC) en la Unión Europea y en el ámbito internacional a través de las Organizaciones Regionales de Pesca (ORP), ha demostrado su eficacia y atesora numerosos casos de éxito que confirman la validez del modelo en un momento crucial como el actual, en el que la concienciación medioambiental y la necesidad de acción, ante amenazas como el cambio climático, pero también las basuras marinas, son tan prioritarias como determinantes para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, específicamente, los ODS 8, 12, 14 y 17.


Simultáneamente en el sector estamos trabajando para contrarrestar los efectos de ese factor añadido que es el cambio climático, reduciendo el uso de combustibles y la emisión de gases de efecto invernadero, por ejemplo, tratando de seguir las directrices de estudios científicos y organismos como la FAO que dice que, en el caso de la pesca de captura, podrían conseguirse reducciones de consumo de combustibles y emisiones de CO2 de entre el 10% y el 30% mediante el uso de motores más eficientes y hélices más grandes en los buques pesqueros, así como a través de la mejora de las formas de los buques y otras modificaciones del casco o, simplemente, reduciendo la velocidad media de los buques.
No podemos negar que ya estamos sufriendo las consecuencias del cambio climático y somos conscientes de que tenemos que seguir trabajando y aportando soluciones que ralenticen, mitiguen, e incluso eliminen, sus causas. Confiamos en que la COP25 no se quede solo en buenas palabras; la seguridad alimentaria y el sustento de millones de personas necesitan que la pesca siga contribuyendo de manera sustancial.
