A estas alturas todos nos hemos dado cuenta que vivimos tiempos extraordinarios, que esta pandemia no solo se ha llevado innumerables vidas por delante sino que además ha generado el mayor impacto de la historia en las cuentas públicas de los gobiernos y por descontado en los bolsillos de todos los ciudadanos.
En algún artículo anterior, exponía como la rápida y contundente intervención tanto de los Bancos Centrales como de algunos gobiernos contribuiría a suavizar este enorme impacto. En ese mismo artículo enumeraba, centrándome especialmente en EEUU, tanto las medidas de política monetaria como fiscal aplicadas, como aquellas que aún no se han aplicado pero que están por venir o se están discutiendo. Pues bien, una de esas medidas que tiene el tío Sam escondidas en la chistera es lo que en EEUU denominan “the negative payroll tax”, o como diríamos nosotros un impuesto negativo sobre los rendimientos del trabajo.
Conceptualmente esta medida se define fácilmente, el Tesoro (Hacienda) en lugar de retener una parte del salario del trabajador, paga un subsidio adicional a este con el único fin de aumentar su renta disponible, es decir, el Gobierno aplica un IRPF negativo a la nómina del trabajador.
«Las medidas de EEUU pretenden que la liquidez llegue a rápidamente y sin paliativos a la economía una vez reabierta»
Esta medida deja entrever la vocación del Gobierno estadounidense de que la liquidez llegue a rápidamente y sin paliativos a la economía una vez reabierta. No me cabe duda que algunos puedan estar preguntándose: si las empresas están cerradas o quiebran, esta medida podría ser menos efectiva de lo esperado, ¿no? Pues bien, su efectividad radica en la combinación con otra batería de medidas desplegadas para mantener a flote pequeñas y medianas empresas, al mismo tiempo que se reestablece el correcto funcionamiento del mercado corporativo de financiación. Es decir, si hay empresas, hay nóminas, y se genera un alto impacto en la reactivación de los sectores más cíclicos de consumo.
De la misma forma, contribuye al cierre del output gap (diferencia entre oferta y demanda) sin generar excesiva inflación, o al menos así se prevé. Este punto es clave para que la recuperación económica sea sólida y acompasada, ya que es fundamental el restablecimiento de las cadenas de suministro y un nivel adecuado de oferta en bienes y servicios capaz de absorber tan ingente cantidad de estímulo. De lo contrario, caminaremos hacia un escenario de estanflación, paro con inflación, tremendamente perjudicial para la economía.
Poniéndolo en palabras llanas, usaré una reciente situación donde me preguntaban desde la inocencia, “si el Gobierno le da dinero directamente a la gente, todo estaría solucionado y saldremos de la crisis, ¿verdad?”. Traté de simplificar mi respuesta al máximo con un ejemplo básico: “imaginemos que soy el Gobierno y doy 1.000 a 100 personas, y solo existe una panadería que produce 20 barras de pan. Ochenta personas se quedarán sin barra, ¿qué cree que sucederá con el precio? Está claro que se multiplicará por miles”. Quiero recalcar lo clave que es la supervivencia a toda costa del tejido empresarial, ya que restaura de manera contundente la producción de bienes y servicios equilibrando las fuerzas en oferta y demanda, y eso es lo en Estados Unidos tienen meridianamente claro.
«Si hay empresas, hay nóminas, y se genera un alto impacto en la reactivación de los sectores más cíclicos de consumo»
Dicho todo lo anterior, muchos de ustedes quizás conozcan que el Tesoro americano ya había tomado medidas en la línea del subsidio proporcionando ayudas directas a individuos valoradas en 1.200 dólares realizadas en un solo pago. Es cierto, pero debido al mecanismo de declaración y reporte de la seguridad social americana (IRS) existe un grupo extenso de trabajadores que aún no han percibido sus cheques.
Por tanto, es de esperar que en las próximas semana si la reactivación de la actividad económica no es la esperada se implementará esta nueva medida. Es evidente que el alcance esta aún por determinar, así como los rangos de exención, que podrán oscilar entre una disminución del impuesto o incluso, llevarlo mucho más lejos haciendo que fuese negativo por un tiempo.
Lo que si es de consenso general y así lo defienden algunos autores especializados en la economía del comportamiento (behavioral economy), es que los individuos que reciben un solo pago están más predispuestos a dedicar ese dinero a ahorrar o pagar facturas frente a los que ven aumentar su renta disponible en cada nómina, que aumentan su propensión a consumir. Parece obvio, pero hasta donde sé, no he visto otros gobiernos adoptando medidas tan contundentes.
«Es esencial la supervivencia a toda costa del tejido empresarial, ya que restaura de manera contundente la producción de bienes y servicios equilibrando las fuerzas en oferta y demanda»
Esta figura de estímulo fiscal no es nueva, ni está creada por la actual Administración, y ha sido discutida desde hace décadas por diversos economistas, aunque lo cierto es que nunca se ha puesto en marcha. Lo más parecido que conozco es el subsidio que se aplicó en los Emiratos Árabes Unidos donde los jeques pagaban un subsidio a todo aquel que tuviese un trabajo con el fin de mantener a la población ocupada y evitar revueltas. En la actualidad dicho subsidio se ha reducido o eliminado debido a la caída de ingresos a causa de los continuados bajos precios del petróleo.
Una vez más nos adentramos en terreno desconocido, donde lo importante es tomar medidas que ayuden a mantener operativas las empresas, que son las que generan empleo y lo mantienen, y son en esencia un contribuidor neto a la generación de riqueza. Considero que debemos aprender en Europa y particularmente en España de casos como este y del enfoque y orientación para crear una sociedad próspera y avanzada.
