El ingeniero industrial José Antonio Díaz Lázaro-Carrasco lleva más de 40 años dedicado a la gestión ambiental y de los recursos hídricos. Ha sido comisario de Aguas del Tajo y consejero del Canal de Isabel II, además de desempeñar diversos cargos relacionados con la gestión ambiental en la administración central, autonómica y local desde los años 90, como la coordinación general de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid y la Subdirección General de Residuos del Ministerio de Medio Ambiente.
Ahora, como presidente de la Comisión del Agua del Instituto de Ingeniería de España, habla con nuestro periódico sobre los desafíos que tiene la gestión de los recursos hídricos en nuestro país en un contexto de cambio climático. En su opinión, es esencial adaptarse a un panorama que plantea un aumento del estrés hídrico y propone como herramienta el ahorro y la eficiencia, basados en la inversión en tecnologías y digitalización.
También la gobernanza es fundamental. En ese sentido, el Instituto de Ingeniería de España está ultimando un documento titulado Elementos para un pacto por el agua con el que quiere ofrecer una guía de consenso a los diferentes partidos políticos para que cierren una estrategia de país a largo plazo.
PREGUNTA.- Estamos viviendo una situación de sequía que tiene a todos preocupados. Lo peor es que si siempre ha sido pertinaz, ahora parece que con el cambio climático lo va a ser más. ¿Cuál es el panorama?
RESPUESTA.- En el año 2020 la UE publicó un estudio sobre el impacto del cambio climático en varios países. Uno de ellos era España. Ese estudio señalaba que el sur de la península Ibérica iba a bajar en lo que se refiere a precipitaciones y, por lo tanto, en escorrentía e infiltración. El centro de la península también iba a descender, aunque no tanto. Estamos hablando de que en el sur iban a bajar del orden del 15% al 20% y en la cuenca del Tajo un 10%. El norte se quedaría más o menos como está. Todo esto, por supuesto, sometido a cambios según sea la senda del cambio climático y los distintos escenarios de reducción de emisiones.
Sea como sea, ese descenso es algo a lo que vamos a tener que hacer frente. No significa que no vayamos a tener nada, que esto se convierta en el Sáhara, pero va a haber una disminución. Ya estamos viendo este año los datos de almacenamiento de agua en los embalses. El Guadalquivir anda por el 18% cuando debería estar en el 30% y el Guadiana también está en mala situación. El Tajo no está mal, pero tiene un 10% menos, igual que el Duero.
P.- ¿Qué tenemos que hacer para adaptarnos a la nueva situación? El agua nunca ha sobrado en nuestro país, pero si además las previsiones de cambio climático nos dicen que vamos a tener menos todavía… ¿Cómo podemos abordar ese futuro de escasez?
R.- La adaptación al cambio climático pasa sin duda por el ahorro y la eficiencia. Tenemos que ser más eficientes en el uso del agua y tenemos que ahorrarla. ¿Dónde? Pues en primer lugar en la agricultura, que es el principal usuario del agua en nuestro país. Hay que tener en cuenta que, dependiendo de las cuencas, estamos hablando de que un 70% o un 80% del uso del agua va para la agricultura, y en el caso del Guadalquivir, que es el que peor está, es del 90%.
Ante esta situación ya están activados los planes de sequía en todas las cuencas hidrográficas. Todas las cuencas y también las grandes ciudades y mancomunidades tienen un plan especial de sequía. ¿Significa que esto es suficiente? No, claramente no. Esos planes especiales de sequía están en revisión y los indicadores habrá que ajustarlos a la realidad cambiante que supone el cambio climático.
“En nuestro país un 70% o un 80% del uso del agua va para la agricultura”
P.- Cuando hablamos de ahorro y eficiencia también entiendo que se trata de buscar recursos alternativos, ¿no?
R.- Sin duda. Los recursos no convencionales como son las aguas residuales depuradas o la desalación son esenciales. Ahora mismo ya se hace un uso muy alto de las aguas residuales depuradas en diversos lugares. En el Segura, en Murcia, toda el agua residual que se depura va a parar a la agricultura; en Alicante, casi lo mismo y, en Almería, también.
En las ciudades tenemos un reservorio de agua alternativo que se puede destinar a otros usos o a regenerar acuíferos, haciendo pruebas de recarga con aguas residuales, muy bien depuradas. Con estas medidas tendríamos un embalse virtual, que sería la eficiencia y el ahorro, la reutilización y la introducción de aguas depuradas en acuíferos.
P.- Para llevar a cabo todo esto se necesitan sin duda inversiones. ¿Qué opina sobre el PERTE para la digitalización que se ha aprobado en marzo pasado o los propios Presupuestos Generales del Estado presentados recientemente?
R.– El PERTE es fundamental para la modernización. Va a servir para modernizar el uso del agua tanto en el ciclo urbano como en la agricultura o en la industria, porque no nos olvidemos de que la industria también necesita agua para sus actividades. Este PERTE va a servir para que se modernice el ciclo urbano, lo que sería abastecimiento, tratamiento, distribución y luego saneamiento y depuración. Y, en el campo de la agricultura, es muy importante que haya una modernización complementaria de la que ha habido y de la que no ha habido. Porque en agricultura se han hecho y se hacen inversiones muy importantes en modernización de regadíos, pero hay que invertir más todavía porque modernizar es, básicamente ahorro y eficiencia, es decir, producir con menos agua y de una forma más eficiente.
No obstante, un matiz muy importante es señalar de qué hablamos cuando se dice ‘invertir en infraestructuras’. Si hablamos de infraestructuras de regulación, nuevas presas, yo diría que no. En España hay más de 1.000 grandes presas, una de las mayores ratios por habitante del mundo, y lo que se puede hacer es mejorar las que están en mal estado, no hacer nuevas. También hay canales que no están bien y hay que arreglarlos y revestirlos bien.
Lo que sí es necesario es invertir en la modernización del riego y en la digitalización del mismo, que va a servir para que los agricultores sean más eficientes todavía. Y desde el punto de vista de la depuración, ocurre lo mismo. Se puede invertir en alguna nueva depuradora que sea necesaria, pero sobre todo hay que destinar recursos a las que ya existen, para que mejoren sus rendimientos y que esa agua se pueda reutilizar en otros usos.
“Modernizar es, básicamente ahorro y eficiencia, es decir, producir con menos agua y de una forma más eficiente”
P.- ¿Esa modernización y mejora de instalaciones también habría que llevarla a cabo en el ciclo urbano del agua?
R.- Los datos que maneja la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) sobre la eficiencia y las pérdidas de agua en las redes son tremendos, en el sentido de que se está perdiendo en determinados sitios entre el 20% y el 25% del agua que se distribuye.
Hay que detectar dónde están las fugas y repararlas y poner nuevas conducciones. Hay que llegar a niveles de reducción de esas pérdidas que estén no más allá del 10%. Hay que seguir avanzando en la mejora de las redes de distribución para que se pierda el menor volumen posible de agua potabilizada, no solo en el ciclo urbano sino en la agricultura o la propia industria
P.- Continuando con las inversiones, la propia AEAS ha elaborado diversos trabajos que indican que la inversión per capita respecto a Europa es inferior a la media y que arrastramos un déficit de inversión para mantener los sistemas desde hace muchos años. ¿Cuál es su opinión?
R.- AEAS viene insistiendo en la necesidad de invertir en mantenimiento de la red del ciclo urbano del agua y, efectivamente, tenemos que invertir más. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que en el ciclo urbano del agua quién fija los precios es la autoridad municipal; y subir tarifas para destinar esos fondos a la renovación de infraestructuras es algo políticamente difícil de plantear en época electoral. De ahí la importancia de que hubiera una norma específica ligada a la Ley de Aguas – o no -, del ciclo urbano del agua, de manera que obligara a los suministradores de agua potable a destinar una cantidad importante para mejorar todas las redes y todos los sistemas de tratamiento, una norma que fuera de obligado cumplimiento para todo el país.
Además, me gustaría añadir que considero que el agua de abastecimiento soporta perfectamente una subida de precio. Por supuesto, protegiendo a los más desfavorecidos, porque no le puedes poner una tarifa igual a un señor que tiene mucho dinero que a una familia que lo está pasando mal. Para eso hay que tener consideración con los más desfavorecidos. Como el agua potable es un derecho humano reconocido por Naciones Unidas, eso se puede tener en cuenta perfectamente en una norma de rango superior de manera que pague más el que más recursos tiene y pague menos el que menos gana, siempre con unos niveles de uso que no sean suntuarios ni permitiendo el derroche.
“Considero que el agua de abastecimiento soporta perfectamente una subida de precio”
P.- Por último, me gustaría conocer su opinión sobre la gobernanza del agua. En España, y especialmente cuando hay sequía, como ahora, el agua acaba saliendo en los titulares por los enfrentamientos territoriales, sobre todo. ¿No se podría poner por fin freno a estas guerras del agua que son tan empobrecedoras?
R.- Nosotros en el Instituto de la Ingeniería de España, y recuerdo que somos 150.000 ingenieros en todo el país, de todas las especialidades, hemos cerrado un acuerdo, al que llamamos Elementos para un pacto por el agua, con la idea de presentárselo a los partidos políticos y que tengan una herramienta para acordar. No tiene ningún interés ni político ni mediático. Es una aportación donde han participado ingenieros industriales, de caminos, agrónomos, de minas, de montes y todos nosotros con nuestro mejor leal saber y entender.
Hablando de trasvases, algunos se plantearon con unos criterios hidrológicos que están superados por la realidad climática. Hay que mantener un volumen en cabecera y además garantizar el caudal ecológico de los ríos, que viene definido en las propias normas del trasvase. Si hay excedentes se podrá trasvasar, si no, no será posible. Y habrá que buscar recursos alternativos, como el agua desalada.
