En Los besos, la nueva novela de Manuel Vilas, publicada por Planeta, Salvador, su protagonista, huye del mundanal ruido urbano provocado el Covid-19 para toparse de lleno con la naturaleza. No obstante, lo que encuentra es el amor. Un amor nada quijotesco que, aun así, tiene mucho de cervantino. Y así nos lo cuenta, de una forma tan poética como esperanzada: «Así me ha pasado a mí, solo yo, con esta ridícula fe en el amor por una mujer, ridículo y triste y viejo, pero enamorado, como ese loco de la novela de Cervantes, defensor de una fermosura que yo defiendo contra la Historia, contra el Tiempo, contra la Muerte, contra la Oscuridad».
Nos regala así el escritor aragonés un relato que tiene mucho de curativo en tiempos de pandemia. Nada nuevo. Manuel Vilas había demostrado, sobradamente, su capacidad para hilvanar retazos de prosa poética en narraciones incontestables. Valgan Ordesa, Aire Nuestro, Los inmortales o Alegría como ejemplos. Charlamos sobre lo divino y lo humano con este poeta inclasificable que, en ocasiones, escribe rotundas novelas con enorme aliento lírico. Lo ha vuelto a hacer. Dejemos ahora que se explaye. Todo lo demás es silencio.
PREGUNTA.- «Tengo que marcharme de Madrid, a la búsqueda de árboles, pájaros, senderos, bosques, ríos, montañas». ¿Y no es eso lo que, al contrario de lo nos que aconsejaban los Ketama, hemos de hacer todos antes o después?
RESPUESTA.- Buscar la belleza es casi una obligación de un ser humano. Un árbol es un prodigio. Una montaña es un enigma. Hay que volver a mirar las cosas.
P.- Sin embargo, el dichoso vacío de la España vaciada no deja de crecer y hacerse fuerte. ¿Podremos rellenarlo algún día?
R.- Para eso se necesita políticos inteligentes, y aquí no los tenemos. La España vaciada es la prueba del algodón de que tenemos los políticos más tontos del mundo mundial. La España vaciada solo la puede remediar la iniciativa privada, los emprendedores, la imaginación y el trabajo. En España nos pasamos la vida mirando a ver si los políticos de izquierdas son suficientemente de izquierdas y si los de derechas son suficientemente de derechas, y no nos damos cuenta de lo esencial: todos son tontos. Y cuando venga alguno que sea listo y quiera hacer prosperar España de verdad, los tontos lo matarán nada más aparezca. Esto que acabo de decir es un homenaje a Luis Buñuel y a Luis Berlanga. Los dos Luises más geniales de España.
P.- En confianza, ¿no tenemos mitificado ese ‘regreso a la naturaleza’ y olvidamos que el campo puede ser un lugar inhóspito y poco acogedor?
R.- Yo he vivido en el Medio Oeste de Estados Unidos y he visto regiones ricas y prósperas. La naturaleza es inhóspita, sí, pero la inteligencia humana puede con todo.
«Cuando haya políticos que nos quieran más a nosotros que a sus carreras políticas entonces tal vez lleguemos a alguna parte»
P.- Su novela es un beatus ille en toda regla con tintes de diario pandémico, amoroso y cervantino. ¿Ficción o resumen de la más cruda realidad?
R.- Ficción, y un poco de todo, pero sobre todo una historia de amor para huir de un mundo que no regala demasiadas ilusiones.
P.- El amor en los tiempos del COVID. ¿Cree usted que los besos son la tercera dosis de la vacuna que necesitamos todos en este instante?
R.- Lo que necesitamos es una vacuna que nos devuelva la confianza en la vida y las ganas de hacer el amor con los desconocidos o desconocidas.
P.- Dicen que el coronavirus ha provocado la esperanza a un regreso a muchos de los pueblos abandonados de esta España nuestra. ¿Nos aferramos a esa ilusión?
R.- Para que eso sea verdad tienen que crearse infraestructuras y empresas y negocios en el medio rural, y eso ahora no pasa.


P.- Cervantes y su Quijote ayudan a su protagonista a explicarse y también a explicarnos, muchas de las paradojas que nos ocurren hoy en día. ¿Eso es un clásico?, ¿una novela imperfecta y repleta de erratas en la que nos reflejamos cuatrocientos y pico años después de haber sido escrita?
R.- Sí, Cervantes es un misterio, y Don Quijote es de todos, es una historia infinita. Cervantes es la gente, la gente normal, la clase media.
P.- ¿Cuál es, en su opinión, la fórmula mágica de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha que obra, en cada lectura, ese milagro?
R.- La tolerancia cervantina. Cervantes era un demócrata. Nuestro Abraham Lincoln, solo que no gobernó.
P.- ¿Y ese mismo Cervantes, en caso de vivir hoy, ganaría el Premio Cervantes o se lo acabarían dando a Lope de Vega?
R.- De vivir hoy, Cervantes sería aragonés. Cervantes y Buñuel hubieran sido íntimos amigos y se habrían ido a vivir a Calanda.
P.- Además del título de uno de sus libros y de un país que nunca deja de sorprender al resto del mundo, ¿qué es España?
R.- España es gente maravillosa. Es pasión. Pero nuestros políticos no nos aman. A los españoles solo nos han querido Cervantes, Machado, Luis Buñuel y Federico García Lorca. Cuando haya políticos que nos quieran más a nosotros que a sus carreras políticas entonces tal vez lleguemos a alguna parte.
«La poesía y la prosa sirven a un fin común: celebrar y exaltar la vida, porque a este mundo venimos a ser felices, a amar y a ser amados»
P.- Volvamos ahora la pregunta del revés: ¿y qué no es España?
R.- Un país con universidades importantes, con ciencia puntera, con tecnología de vanguardia, con investigación, con teatros en todas las ciudades, con ópera, con música, con escritores, con artistas, con arquitectos de verdad y no esos hacedores de viviendas cutres, con cultura como necesidad básica del ciudadano.
P.- Hubo un tiempo no muy lejano en que los poetas, en este país, acababan en la cárcel, en el exilio o en la cuneta. Afortunadamente han cambiado un poco las cosas, ¿no cree?
R.- Si, la democracia es irrenunciable. Llevamos 40 años de libertad y eso hay que decirlo en alto. Eso es motivo de orgullo.
P.- De hecho, la poesía se ha puesto de moda y abundan los jóvenes poetas. ¿Cómo lo ve usted?
R.- Lo aplaudo y lo celebro.


P.- ¿Qué podemos dar, recomendar o prometer a esos jóvenes para que la cosa no se desmadre?
R.- Hay que darles futuro, trabajo, sueldos justos, incentivos, conocimiento, formación, alegría, pasión por la vida. Y no miseria y explotación.
P.- ¿Qué consejo le dieron al joven poeta Vilas para que no se desmadrase? ¿Lo recuerda?
R.- Yo salí adelante como pude, a mí nadie me ha regalado nada, ni falta que hace porque soy terco como una mula. Creo en el esfuerzo y en el trabajo. Estudié mi carrera con becas, he sido peón de albañil, vendimiador, camarero, auxiliar administrativo, y 23 años profesor de instituto. Llevo toda la vida madrugando. Ahora soy autónomo, y allí lo dejo.
P.- Última: la palabra ‘verso’ significaba originalmente ‘surco que da la vuelta’ y el término ‘prosa’, ‘en línea recta’. ¿Tiene algo más que añadir un escritor que compagina poesía y prosa según convenga a sus circunstancias?
R.- Todo es un triunfo de la vida. La poesía y la prosa sirven a un fin común: celebrar y exaltar la vida, porque a este mundo venimos a ser felices, a amar y a ser amados. Y lo demás es silencio.
