Patricia Marcos: "El agua precisa de robustez y resiliencia"

Patricia Marcos: «El agua precisa de robustez y resiliencia»

Patricia Marcos

Doctora en Ingeniería del Agua y Medioambiental por la Universitat Politècnica de València ganadora de Cátedra Aquae 2020

Patricia Marcos, la ganadora de la Cátedra AQUAE 2020, desarrolla una novedosa metodología «hidroeconómica» que permite seleccionar el programa de medidas de adaptación más adecuado para cada escenario climático en cada cuenca hidrográfica


El Ágora
Madrid | 8 enero, 2021

Tiempo de lectura: 6 min



Los efectos de la crisis climática en la evolución de las cuencas fluviales españolas exige abordar soluciones innovadoras de planificación hidrológica para definir posibles estrategias de adaptación a los nuevos escenarios.

Para ello, es necesario combinar el enfoque tradicional, basado en el uso de modelos, con un sistema colaborativo en el que participen sus principales actores –agricultores y municipios–, capaz de identificar vulnerabilidades, definir escenarios socioeconómicos a escala local y opciones de adaptación para crear modelos hidroeconómicos que tengan en cuenta las peculiaridades a escala local de cada cuenca.

Así lo demuestra en nuestro país la primera metodología de este tipo desarrollada por la doctora Patricia Marcos, ganadora en 2020 del Premio a Mejor Tesis Doctoral de la Cátedra AQUAE de Economía del Agua que otorgan desde 2013 la UNED y Fundación AQUAE para impulsar y dar visibilidad a la investigación multidisciplinar española en el ámbito del agua.

Este modelo hidro-económico combinado y colaborativo podría reducir una media de 60 hm3 el déficit anual de la cuenca del Júcar

En una entrevista concedida a El Ágora, la doctora Marcos explica que, de hecho, la nueva metodología, que toma como referencia la cuenca del Júcar, ha demostrado que la aplicación de este modelo hidroeconómico combinado podría reducir una media de 60 hm3 el déficit anual de esta cuenca, que afrontará una de las mermas más acusadas de recurso hídrico en España durante los próximos años.

Su estudio revela que los recursos de esta cuenca podrían mermarse, a corto plazo, en torno a un 20% respecto al periodo 1940-2008, y entre un 29% y un 36% a medio plazo, dependiendo de los escenarios considerados.

Sin embargo, a su juicio, establecer estrategias de adaptación al cambio climático exige un cambio de paradigma que priorice el análisis de la robustez y resiliencia del sistema frente a diversos escenarios climáticos, en lugar de orientarse a la cuantificación precisa del porcentaje de reducción de los recursos hídricos futuros.


Patricia Marcos García es ingeniera de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad de Burgos y licenciada en Ciencias Ambientales por la UNED.

Posee un máster en Hidrología General y Aplicada impartido conjuntamente por el CEDEX y la Universidad Politécnica de Madrid y recientemente obtuvo el título de doctora en Ingeniería del Agua y Medioambiental por la Universitat Politècnica de València.

Su tesis se desarrolló en el marco del proyecto IMPADAPT (CGL2013-48424-C2-1-R), dirigido a estudiar la adaptación al cambio global en sistemas de recursos hídricos y financiado con fondos FEDER y del antiguo MINECO.

Durante su trayectoria profesional ha prestado asistencia técnica a diversas administraciones en los campos de la hidrología y la hidráulica. Actualmente trabaja en el Centro Común de Investigación más conocido por JRC (en inglés Joint Research Centre), de la Comisión Europea.

PREGUNTA.- ¿Están preparadas de forma natural nuestras cuencas fluviales para adaptarse al nuevo escenario climático?

RESPUESTA.- La complejidad hidrológica de nuestro país ha conllevado históricamente el desarrollo de un gran número de infraestructuras hidráulicas para hacer frente a las necesidades de la sociedad. Actualmente, España se sitúa entre los países con mayor número de presas a nivel mundial, con más de 1.200 grandes presas.

Por lo tanto, la mayoría de las cuencas españolas se encuentran reguladas en mayor o menor medida y es muy difícil hablar de «condiciones naturales».

Las estrategias de adaptación al cambio climático, en cualquier caso, han de diseñarse para los sistemas de recursos hídricos que, además de las características inherentes a la propia cuenca (que condicionarían los recursos hídricos en régimen natural), comprenden las demandas de los diversos usuarios del agua, las infraestructuras hidráulicas y la gestión del sistema (es decir, la regulación de los recursos).

P.- Cómo definiría o cuáles son las características particulares de las cuencas fluviales españolas?

R.En régimen natural, la característica que mejor define a las cuencas españolas es la irregularidad de sus aportaciones hídricas, tanto espacial como temporal. Esto se debe a múltiples factores: climáticos, edáficos, geológicos o relacionados con los usos del suelo y la cubierta vegetal. Por ello, el desarrollo de las infraestructuras hidráulicas ha desempeñado un papel fundamental en nuestro país.

P.- ¿Cómo se prevé que impacte el cambio climático en ellas? ¿Será un impacto homogéneo?

R.- El cambio climático es previsible que actúe como un factor amplificador de los retos ya existentes, por ejemplo, aumentando la frecuencia, duración e intensidad de fenómenos extremos (como inundaciones o sequías) o potenciando los conflictos entre los distintos usuarios del agua (obligados a compartir un recurso que puede ser cada vez más escaso).

Respecto a la segunda cuestión, no, los impactos no estarán uniformemente repartidos.

Una de las conclusiones de la tesis es que la cabecera de la cuenca del Júcar podría verse más afectada por la reducción de la precipitación y el aumento de la temperatura que la zona costera, lo que tendría implicaciones importantes para su gestión futura (puesto que es en la cabecera donde se encuentran los principales embalses de regulación y buena parte de los recursos totales).

«La complejidad hidrológica de nuestro país ha conllevado históricamente el desarrollo de un gran número de infraestructuras hidráulicas»

P.- El premio que ha recibido reconoce una visión particular y novedosa de los estudios de adaptación de las cuencas, incorporando un enfoque hidroeconómico y colaborativo. ¿Nos lo puede definir?

R.-  La principal innovación que aporta la tesis es el desarrollo de una metodología para la adaptación de los sistemas de recursos hídricos al cambio climático integrando dos tipos de enfoques para lograr una aproximación más completa al problema: el enfoque top-down, orientado a caracterizar los impactos del cambio climático a escala de cuenca y basado en el uso de modelos; y el enfoque bottom-up, que se dirige a identificar vulnerabilidades y a definir escenarios socioeconómicos a escala local y opciones de adaptación, en este caso mediante un proceso de tipo participativo.

Los resultados obtenidos a partir de ambos enfoques (recursos hídricos futuros y medidas de adaptación, respectivamente) se combinan mediante un modelo hidroeconómico que permite seleccionar el programa de medidas de adaptación más adecuado para cada escenario climático.

P.- ¿Ha encontrado resistencia en los diferentes usuarios de los recursos de la cuenca a la hora de participar en el estudio? ¿Qué percepción ha palpado en ellos a la hora de ser conscientes de la exposición al riesgo que implica el cambio climático?

R.- No, al contrario. Los diversos usuarios del agua se mostraron interesados en aumentar su participación en la toma de decisiones. Asimismo, manifestaron ser plenamente conscientes de los retos que supondrá el cambio climático en un futuro inmediato.

P.- ¿Cuáles son las conclusiones que ha obtenido tras sus cuatro años de trabajo sobre la cuenca del Júcar y hasta qué punto son extrapolables al conjunto de cuencas nacionales?

R.- Con relación a los impactos del cambio climático, destaca la variabilidad espacial de los mismos en la cuenca, así como el incremento generalizado de la intensidad, magnitud y duración de las sequías meteorológicas e hidrológicas futuras. En cuanto a las medidas de adaptación identificadas, los actores mostraron su preferencia por la modernización de regadíos, los recursos no convencionales (reutilización y desalación) y la gobernanza del agua. Por último, los resultados obtenidos mediante el modelo hidroeconómico muestran que, para la mayor parte de los escenarios climáticos considerados, las medidas seleccionadas permiten reducir sustancialmente el déficit medio anual del sistema.

En cuanto a la posible extrapolación a otras cuencas, es preciso señalar que la metodología propuesta podría ser aplicable a otros casos de estudio, pero que en cualquier caso el diseño de cada estrategia de adaptación deberá integrar las particularidades del contexto local (que pueden ser sustancialmente diferentes a las de la cuenca del Júcar).

P.- Su trabajo se ha materializado en un software. ¿Tiene claro que es la digitalización y la inteligencia artificial la que permitirá incorporar variables e incertidumbre propias del cambio climático para mejorar la gestión de los recursos hídricos?

R.-Al igual que el resto de sectores, sin duda la gestión del agua no va a permanecer ajena a la 4ª Revolución Industrial. Algunas de las soluciones inteligentes que se encuentran en pleno desarrollo están relacionadas con el uso sensores de alta resolución, técnicas de aprendizaje automático («machine learning») y de Big Data o el denominado Internet de las cosas («Internet of things, IoT).

P.- En el caso de su enfoque colaborativo, ¿qué ventajas aporta?

R.- Entre las principales ventajas de un enfoque de tipo participativo cabe destacar la puesta en valor y la integración del conocimiento local, así como lograr una comunicación efectiva de la incertidumbre asociada a las proyecciones climáticas futuras. Por tanto, al implicar a los principales actores a escala de cuenca en el diseño de las estrategias de adaptación, se podría aumentar su confianza en la solución adoptada (lo que puede influir en gran medida en el éxito de esta).

P.- Si tuviera que anticipar una conclusión extrapolable sobre los resultados obtenidos en el Júcar al resto de cuencas, ¿qué aprenderíamos?

R.- Los resultados evidencian que existe una gran incertidumbre respecto a la disponibilidad futura del recurso. Por tanto, se considera necesario adoptar un cambio de paradigma que priorice el análisis de la robustez y resiliencia del sistema frente a diversos escenarios climáticos, en lugar de orientarse a la cuantificación precisa del porcentaje de reducción de los recursos hídricos futuros.



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