"Hemos vivido de espaldas al océano demasiado tiempo"

«Hemos vivido de espaldas al océano demasiado tiempo»

Pablo Rodríguez Ros

Ambientólogo

Hablamos con el ambientólogo Pablo Rodríguez Ros sobre la importancia de la divulgación científica y el rol de los medios de comunicación para catalizar una acción más ambiciosa contra la crisis climática


Nicolás Pan-Montojo
Madrid | 15 octubre, 2021

Tiempo de lectura: 8 min



Los temas climáticos y ambientales están cada vez presentes en la agenda mediática, social y política. Sin embargo, los avances concretos brillan por su ausencia: este año el progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible no solo se ha estancado, sino que ha retrocedido, y las emisiones globales de gases de efecto invernadero han vuelto a aumentar tras el respiro que supuso el coronavirus. Ante la falta de ambición climática, cada vez más científicos están complementando su tradicional rol de investigación y desarrollo con tareas de divulgación para concienciar a la sociedad de la magnitud del reto que tenemos delante. E incluso hay ambientólogos que, como el doctor Pablo Rodríguez Ros (Cartagena, 1990), han abandonado casi por completo su carrera como investigador para volcarse de lleno en esta labor.

Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Murcia y doctor en Ciencias del Mar por la Universitat Politècnica de Catalunya, Rodríguez Ros ha tenido tiempo en su por el momento corta carrera de realizar estancias de investigación en Suiza, Canadá y Estados Unidos, participar en expediciones oceanográficas en el Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico y realizar trabajos de campo en localizaciones como el Mar del Norte, el Estrecho de Gibraltar, el Mar Mediterráneo y el Mar Menor. Un viaje por las cuatro esquinas del planeta hasta encontrar puerto seguro en Mallorca, donde es miembro del equipo de estudio para la creación de la Asamblea Ciudadana del Clima de Islas Baleares.

Aunque también ha trabajado como asesor en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico e imparte eventualmente docencia universitaria y seminarios en diferentes instituciones, este joven ambientólogo se centra principalmente en la actualidad en el objetivo de abordar los diferentes retos científicos y ambientales a través de tender puentes entre ciencia, política y sociedad. Muy activo en redes sociales, Ros tiene claro que «se debería explicar la importancia de la comunicación científica y ambiental desde la facultad».  Conversamos con él sobre la importancia de la divulgación y el rol de los medios de comunicación para catalizar una acción más ambiciosa contra la crisis climática.

PREGUNTA.- ¿Qué hace falta para que la acción climática pase de las propuestas y los objetivos a la realidad concreta?

RESPUESTA.- Ojalá lo supiera. Yo creo que lo que falla es que la comunicación climática o en general la concienciación ambiental debe salir de las cámaras de eco. Yo creo que hay que llegar a gente a la que no se está llegando, pero porque tampoco nunca se ha intentado que se llegue. Por ejemplo, en la Asamblea Ciudadana del Clima de Baleares, de la que formo parte, se selecciona a los miembros de forma aleatoria, para que llegue a todo el mundo y haya la mayor diversidad posible. Si lo hiciéramos voluntario, solo irían los ya concienciados.

Ahí se está fallando. Hay que abrir política y mediáticamente la comunicación climática para que llegue a todos. Ahora mismo estamos viendo un ejemplo muy bueno de como se podía hacer esto: con el volcán de La Palma está habiendo una difusión de contenido científico brutal, con el que yo personalmente estoy contentísimo.

«Hay que abrir política y mediáticamente la comunicación climática para que llegue a todos»

P.- ¿Crees que la pandemia de coronavirus ha reforzado el papel comunicador de la ciencia? ¿Se podría trasladar esto al lado climático?

R.- Yo creo que no. Las cuestiones sanitarias siempre han tenido mucha más visibilidad, sea el coronavirus o cualquier otra cosa. Lo ideal sería que la comunicación científica del cambio climático o del desarrollo sostenible también se hiciera mainstream y los investigadores salieran a hablar. Con el volcán de La Palma, volviendo al mismo ejemplo, es lo que hemos visto.

El problema es que no se les da voz. O sea, el problema es que parece en televisión casi nadie que no sea experto se atreve a opinar sobre cuestiones relacionadas con las vacunas, pero vivimos en un país en el que todo el mundo es entrenador de fútbol y todo el mundo es un poco climatólogo. Para hablar de clima, se suele tirar de perfiles del periodismo ambiental o de activistas, no se suele hablar, por lo menos hasta hace poco, con investigadores en la materia.

P.- ¿Has tenido decepciones con los medios al ver cómo se cubría de una determinada manera un tema ambiental?

R.- Las cuestiones ambientales y climáticas son complejas, poliédricas, porque tienen un elemento de transversalidad que hace que no solo sean temas científicos sino también sociales o económicos. Pero yo he detectado mucho que cuando se aborda una problemática ambiental, no se habla con todos los agentes. Solo se entrevista a ecologistas, que no digo que esté mal ni mucho menos, pero no solo se debe hablar con ellos. Por ponerte un ejemplo, para el último informe de IPCC ha habido medios que solo han hablado con ecologistas y tenemos gente que literalmente ha escrito ese informe. Hay que darles voz a todos, lo que no se puede hacer es solo hacerlo con uno.

P.- ¿Cree que también hay fallos por parte de los científicos a la hora de comunicar?

R.- Hay una diferencia fundamental: un ecologista necesita salir en los medios, porque la visibilidad es parte de sus acciones, pero los científicos no. Yo hago mucha crítica a esto: yo he hecho una carrera, un máster y un doctorado en ciencia y a mí en ningún momento se me ha explicado siquiera la importancia que tiene explicar y divulgar.

Eso es lo grave: yo no digo que todos los investigadores deban divulgar, pero al menos deben ser conscientes de su importancia. Yo he divulgado por mis razones personales, pero a mí nadie me ha puesto eso en valor y ahí hay un problema. Se debería explicar la importancia de la comunicación científica y ambiental desde la facultad.

Hay cosas que están cambiando. Cada vez se pide más en los proyectos de investigación que haya una parte de divulgación. Eso sí, tampoco hay que cargar toda la responsabilidad en los científicos, ya que no todos deben ser capaces. Pero es importante que al menos sí sean conscientes de su valor.

El ambiéntologo Pablo Rodríguez Ros en una de sus expediciones a la región antártica.

P.- Hay estudios que dicen que el catastrofismo climático es negativo porque sume al público en la impotencia, mientras otros creen que un enfoque optimista es contraproducente porque no ayuda a la transformación económica y social. ¿Cómo lograr un equilibrio entre ambos mensajes?

R.- Para eso existe la ciencia. Si tú dices lo que dice la ciencia, no eres catastrofista ni optimista. Si coges lo que está en el IPCC y te parece catastrofista, tienes un problema. No hay que encontrar ningún punto medio, porque ya está marcado por la ciencia: si te ciñes a lo que dicen los informes científicos, no te pueden colgar ninguna etiqueta. Si yo me voy a la playa, mido la temperatura del agua y te digo que es de 28 grados, no me puedes decir que soy catastrofista y que el agua no puede estar tan caliente. Es la evidencia científica disponible: cualquiera que no lo vea, el problema lo tiene él.

Eso sí, lo del catastrofismo o nihilismo y el tecno-optimismo son en realidad dos nuevas vertientes del negacionismo climático: unos piensan que por qué hacer nada si total estamos condenados y otros que para qué actuar si ya vendrá la tecnología a rescatarnos. Son dos visiones erradas y contraproducentes, que precisamente te tiene que enmarcar la evidencia científica.

P.- Sin embargo, aunque el negacionismo climático parece estar cayendo, todavía hay personas e incluso políticos en España que niegan la evidencia de la responsabilidad humana ¿Cómo se convence a un negacionista climático?

R.- Cualquier político que niega el cambio climático sabe que es mentira. Donald Trump o cualquier negacionista lo sabe, lo que pasa es que lo niegan por interés. Pero es que el negacionismo no desaparece nunca, sino que muta: ya no se niegan las bases físicas del cambio climático y cada vez hay menos gente que niegue la influencia antrópica.

Pero están surgiendo nuevos tipos de negacionismo, como los que te comentaba antes. Hay un informe muy bueno de la Fundación Alternativas sobre cambio climático que pone de manifiesto algo muy interesante: que hasta ahora se ha tratado el tema de manera binaria. Normalmente se le pregunta a la gente si el cambio climático es real o no, y se obtienen cifras espectaculares de apoyo porque nadie en su sano juicio lo negaría.

«Cualquier político que niega el cambio climático sabe que es mentira. Donald Trump o cualquier negacionista lo sabe, lo que pasa es que lo niegan por interés»

Pero en el informe, se divide a los españoles en cuatro categorías: los negacionistas, los distantes, los pasivos y los concienciados. Esto niega la idea de que, porque solo haya un 10% de personas que nieguen el cambio climático, el resto esté a tope en materia ambiental. Lo que sucede en España es que hay menos de un 50% de gente que son realmente ambiciosos, porque hay un 40% que, aunque no sea negacionista, no está por la labor de tomar medidas. Es decir, que dentro de ese 90% hay facciones.

P.- Tu área de experiencia son los océanos, algo que en España tenemos creo muy presente por la amplitud de las áreas costeras y su importancia económica. ¿Crees que la gente es consciente de todos los riesgos que supone el cambio climático para los mares y océanos?

R.- Hay un desconocimiento total del papel que juegan los océanos en el cambio climático. Hay algunos datos muy bestias que, aunque dentro de la comunidad científica son conocidos, luego la sociedad no se lo cree: por ejemplo, el 90% del calor en exceso acumulado en la atmósfera lo han absorbido los océanos, son el gran sumidero de calor del planeta.

Cuando un fluido se calienta, se dilata y sube el nivel del mar, pero la gente no sabe que el 40% de la subida del nivel del mar se debe a esto y no solo al derretimiento de los polos y glaciares. Yo pienso que hemos vivido de espaldas al océano demasiado tiempo en cuanto a cambio climático y desde el punto de vista de la divulgación. Pero ya se está viendo más y se está explicando mejor el papel que juega el océano en el clima, lo importante que es preservar y conservar nuestros mares y su biodiversidad.

P.- Trabajas como asesor científico y ambiental para el sector público, fundaciones y ONGs y has colaborado con el MITECO ¿Cómo ves al Gobierno español actual en materia ambiental? ¿Qué grandes retos inmediatos crees que son prioritarios actualmente?

R.- En nuestros país hay muchos grandes retos en materia climática, pero quiero centrarme en dos: la desertificación, que es un problema para muchos territorios y la protección de los océanos, ya que España está comprometida a proteger el 30% de sus superficies marinas para 2030.

Yo creo que el Gobierno actual está liderando a nivel europeo la protección del medio ambiente, es algo innegable. Siempre se puede ser más ambicioso y se pueden hacer las cosas mejor, pero hay una diferencia más que notable con la situación que había antes, cuando el Ministerio de Transición Ecológica ni siquiera existía. Es básicamente una cuestión de prioridades, el hecho de organizar la Cumbre del Clima de Madrid cuando se vio que Chile no la podía hacer, eso demuestra un liderazgo internacional de primer nivel.

El ambiéntologo Pablo Rodríguez Ros en una de sus expediciones a la región antártica.

P.- ¿Qué papel puede jugar la ciudadanía a la hora de conjugar unas políticas climáticas más ambiciosas?

R.- Básicamente, las Asambleas Ciudadanas dejan claro que los ciudadanos son capaces de proponer medidas si son asesorados por expertos científicos durante todo el proceso. Pero, aunque lo que se hace luego con estas propuestas depende mucho luego del país, está claro que de cara a la acción climática hay que involucrar a la sociedad en este tipo de ejercicios participativos, y así se pide en los informes del IPCC. Hay que involucrar a todos los stakeholders, como se dice en inglés, y vamos tarde en España en hacer experiencias de este tipo.

P.- ¿Qué papel puede jugar por su parte el sector privado?

R.- A las empresas se les debe exigir que sean parte de la solución y no del problema, eso lo primero. Yo les diría que tengan en cuenta que estamos en un momento histórico y que la historia pondrá a cada uno en su lugar según como se comporte en estos momentos. La industria y el mundo privado tienen que aprender de experiencias y errores pasados, como los que cometieron las tabacaleras, para comportarse y ponerse del lado del interés general de la humanidad. El mundo les está mirando.



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