El Mediterráneo es uno de los principales escenarios del cambio climático. El también denominado Mare Nostrum se calienta entre dos y tres veces más que el resto de los océanos en el ámbito global, un calentamiento que es el doble de rápido en las zonas de interior y altas que en la franja litoral. Además, la última década ha visto como disminuía la frecuencia de lluvias moderadas en favor de las extremas, que favorecen fenómenos extremos como la DANA o las ciclogénesis y motivan inundaciones o sequías más largas y virulentas.
La difícil situación está además agravando los problemas hídricos de la región. “En estos momentos, en todo el área mediterránea hay 180 millones de personas a las que se considera pobres en agua o con dificultades de acceso en el mediterráneo. Y si seguimos con las tendencias actuales, en el año 2050 esto subirá hasta los 250 millones, eso es muchísima gente”, explica con preocupación a El Ágora Isidro González (Santa Cruz de Tenerife, 1968), vicesecretario general de la Unión por el Mediterráneo (UfM, por sus siglas en inglés) encargado de Agua, Medio Ambiente y Economía Azul.
Este diplomático de carrera, que se define a sí mismo como “un atlántico trabajando por el Mediterráneo”, se encarga de gestionar todo tipo de proyectos relacionados con el agua y el medio ambiente, volcados sobre todo en cerrar la brecha de desigualdad entre la ribera norte y sur a través de la colaboración entre países. Repasamos con él la labor que ha hecho la UfM en sus más de 10 años de trayectoria como organización internacional que busca tender puentes entre todas las culturas de este histórico mar.
PREGUNTA.- ¿Cómo funciona la Unión por el Mediterráneo y cuál es su principal misión?
RESPUESTA.- Somos una organización de 42 países -los 27 de la Unión Europea y 15 países más de la ribera mediterránea- que se creó en el año 2008. La sede está en España, en Barcelona, y está funcionando desde 2010, por lo que somos una institución joven. El mandato nuestro es el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el área del Mediterráneo, por lo que las diferentes divisiones con las que funcionamos corresponden a diferentes ODS.
Yo me encargo de la división más grande, que es la que se ocupa de temas de agua, medio ambiente y economía azul. Gestionamos una serie de proyectos financiados con nuestro presupuesto o con aportaciones de países. Nuestro proyecto estrella ahora mismo es el de la desalinizadora de agua en Gaza, que tiene un presupuesto cercano a los 600 millones de euros y busca resolver una urgencia humanitaria proporcionándole a más de la mitad de la población de esa zona un mejor acceso al agua potable.
En cualquier caso, funcionamos por consenso y unanimidad. Solemos hacer reuniones temáticas, hemos tenido ya dos este año, una el 2 de febrero sobre la economía azul, donde se sacó una declaración de 80 puntos para mejorar el estado de nuestros mares y acabamos de aprobar una declaración ministerial sobre energía. Además, este año habrá una tercera sobre medio ambiente y cambio climático y, a finales de noviembre, un foro regional con los representantes de exteriores, que será probablemente en formato híbrido por la pandemia.


P.- Una de los prioridades de la UfM es el desarrollo de colaboración y alianzas en el espacio Mediterráneo, ¿cómo se traducen estos objetivos en el área de agua, medio ambiente y economía azul?
R.- Intentamos colaborar con todos. Los países por supuesto, pero también sociedad civil, mundo académico… Es muy importante, sin la participación plena de la sociedad civil es muy difícil mover cosas, por lo que tenemos varios foros abiertos en los que se debate sobre igualdad de género o la creación de empleo juvenil. Además, tenemos dos universidades llamadas “Euromediterráneas” vinculadas a nosotros: una en Eslovenia y otra en Fez (Marruecos), es decir uno en la ribera norte y otro en la sur.
Nosotros hacemos un papel de coordinación de recursos y movilización, porque tenemos una fuerza política fuerte detrás que nos permite movilizar recursos y construir consensos en el Mediterráneo incluso aunque algunos de nuestros miembros no tengan este mar en sus costas. De hecho, países como Alemania o Suecia son muy activos porque creen que hay que hacer una labor importante en el Mediterráneo de ayuda a la ribera sur, sobre todo en una serie de sectores como la educación, la formación de personal o construcción de infraestructuras, sobre todo en el sector del agua.
P.- ¿Por qué son necesarios este tipo de foros y plataformas colaborativas para avanzar en materia de desarrollo sostenible?
R.- La ventaja es nuestro carácter inclusivo. Los países de la ribera sur son miembros nuestros, por lo que vamos más allá y tenemos miembros del norte y el sur, de hecho, tenemos incluso a Palestina e Israel en pie de igualdad con las naciones europeos. Esto hace que los proyectos de ayuda al desarrollo sean mejor aceptados, todos los países forman parte y tenemos mayor legitimidad para los países del sur porque se sienten incluidos.
«La mejor manera de contribuir a que los países en vías de desarrollo se doten de las infraestructuras necesarias para racionalizar el uso del agua es facilitar el acceso a la financiación»
P.- ¿De manera general, cómo describiría la situación hídrica y ambiental en el Mediterráneo?
R.- Es bastante preocupante la situación hídrica en toda la zona costera del Mediterráneo. Tenemos al 7% de la población y el 3% de los recursos hídricos, hay un desfase importante que no queremos que vaya a más. En estos momentos, en todo el área mediterránea hay 180 millones de personas a las que se considera pobres en agua o con dificultades de acceso en el mediterráneo. Y si seguimos con las tendencias actuales, en el año 2050 esto subirá hasta los 250 millones, eso es muchísima gente.
En el aspecto climático también hay cosas muy preocupantes. Publicamos recientemente con la colaboración del MEDECC un informe que detectaba que la región mediterránea es solamente después del Ártico la región más afectada del planeta por el cambio climático. Si no revertimos la situación actual, y la temperatura sube en torno a 1,5 grados en toda la ribera mediterránea, eso va a suponer un calentamiento del agua, mayores inundaciones, mayores sequías… Una serie de problemas tremendos de los que ya estamos viviendo la consecuencias, las catástrofes naturales que vemos son solo un anticipo de lo que está por llegar, una situación que puede además empeorar si no la revertimos.
P.- ¿Cuáles son los principales retos en materia de agua?
R.- Estamos intentando facilitar el acceso al financiación. El sector del agua se caracteriza por tener unas infraestructuras que son muy caras, entonces por eso en una reunión en La Valeta en 2017 creamos una estrategia de inversiones que nos permite movilizar recursos junto a instituciones con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones para facilitar el acceso a la financiación internacional a los países en vías de desarrollo del Mediterráneo. Es la mejor manera de contribuir a que estos países se doten de las infraestructuras necesarias para racionalizar el uso del agua.
También fomentamos el dialogo entre todos nuestros países miembros para aprovechar las mejores prácticas, poner a disposición de los países de la ribera sur prácticas de uso eficiente del agua que ya estemos llevando a cabo en Europa. Es una forma de trasmisión de conocimiento y movilización de recursos, que busca mejorar la situación de muchas personas sin un acceso eficiente al agua. Por ejemplo, en tratamiento de aguas residuales y reutilización para riego, España es líder y está ayudando con su conocimiento a otros países.


P.- Existe una brecha importante en cuestiones de desarrollo sostenible y agua entre el norte y el sur del Mediterráneo. ¿Qué se puede hacer para reducir esta desigualdad?
R.- El norte del Mediterráneo en términos generales es 14 veces más rico que el sur, es una brecha enorme que además desgraciadamente ha aumentado en los últimos 25 años. Ese es el gran reto último de la UfM, cerrar esta brecha y hacer que no sea tan grande.
P.- Ha mencionado ya su proyecto estrella de construcción de una planta de desalinización en Gaza ¿Cómo y por qué nació el proyecto y cual es su estado actual?
R.- Es un proyecto antiguo, pero nosotros lo hemos revitalizado coordinando y movilizando recursos. La financiación la tenemos casi completa gracias al Banco Islámico de Desarrollo, que tiene su sede en Arabia Saudí que ni si quiera es miembro, pero está contribuyendo mucho. La Comisión Europea también ha contribuido mucho y ha dicho que cubrirá cualquier gasto imprevisto que quede por incluir e incluso España anunció un millón de euros el año pasado.
Estamos en ello, es un proceso lento porque necesitamos el visto bueno de Israel para la entrada de material en Gaza, que por ahora lo está dando. El cuarteto de Jerusalén, que lo forman Rusia, EEUU, la UE y la ONU también nos está ayudando. Ahora mismo se ha terminado el estudio de viabilidad y se han empezado las labores sobre el terreno, por lo que estamos ya en marcha.
Pero tenemos un proyecto ya finalizado que da una muestra de la labor de la UfM. En el lago Bizerta, en Túnez, hemos conseguido que miles de familias accedan a un agua de calidad en una zona que antes tenía un altísimo nivel de contaminación. Hemos estado trabajando en todo el entorno del lago, que tiene también zonas industriales y turísticas importantes, para que las aguas y el ecosistema reúna unos estándares de calidad que permita fomentar la agricultura y proporcione un entorno saludable.
«Si le va bien al sur, le va bien al norte, dependemos unos de otros y tenemos que colaborar»
P.- ¿Cómo se seleccionan estos proyectos?
R.- Lo que hacemos es “abanderar” proyectos: para abanderar necesitamos la aprobación de los 42, lo que nos da el aval político. Ya solo eso de por si atrae financiación internacional, es lo que hacemos con hasta 60 proyectos que tenemos en este sentido, que se han seleccionado con mucho cuidado y tienen muchas garantías. Es un ejemplo muy bueno de colaboración entre el norte y el sur que va en busca de un interés común: todo lo que sea el progreso económico de por ejemplo Túnez es bueno para todo el área del Mediterráneo, todo son beneficios. Si le va bien al sur, le va bien al norte, dependemos unos de otros y tenemos que colaborar.
P.- Otra de sus prioridades es la lucha contra la contaminación plástica en el mar, un problema que sin embargo se ha vuelto más grave en la última década. ¿Qué se puede hacer para revertirla y qué está haciendo concretamente la UfM en ese sentido?
R.- En estudios recientes nos han dado un dato alarmante: cada minuto se lanzan 33.000 botellas de plástico al Mediterráneo, efectivamente la contaminación ha ido a peor. Si no se revierte esta contaminación, esto va a afectar al tamaño de los peces, que puede disminuir entre un 50% y u 80% en algunas especies, por no hablar de la sobrepesca que hace que todo empeore y puede que en el año 2050 haya más plástico que peces en nuestros mares.
Por eso, tenemos ahora mismo un proyecto que se llama cazadores de plástico, lo hacemos con la universidad de Siena en Italia y hacemos una limpieza de las costas del Adriático que va acompañado de una formación en las escuelas en las que, desde una muy temprana edad, se enseña a respetar el entorno marino y a reciclar o incluso eliminar el plástico de un solo uso. El plástico es el nuevo enemigo del siglo XXI en términos de contaminación. En el Mediterráneo desde luego, por lo que tenemos que aprender a consumir de forma sostenible, reduciendo la utilización de plásticos y produciendo con materiales más sostenibles.


P.- Ha mencionado que la última cumbre centrada sobre el agua fue en La Valetta en 2017 ¿Para cuando está prevista la próxima? ¿Cuáles creen que serán los principales puntos de discusión?
R.- Casualmente España ha anunciado hace poco su interés en realizar una nueva reunión de ministros de países de la UfM sobre agua. De hecho, la ministra Teresa Ribera ya ha designado Palma de Mallorca como sede, aunque aún no sabemos en qué fecha de 2022 se celebrará, aunque hablamos en cualquier caso de algo muy importante.
El objetivo de la reunión será sin duda el lanzar un mensaje del estado actual del sector y la necesidad de lograr cambios como conseguir un uso más eficiente del agua, mejorar el tratamiento de las aguas residuales… Todo lo que sea la optimización de un recurso tan escaso, sobre todo en el Mediterráneo, será clave y aquí España es un país con mucho liderazgo en la materia y know-how sobre depuradoras o saneamiento. Entonces creemos que puede ser una buena ocasión para lanzar un mensaje a toda la comunidad mediterránea sobre la importancia del uso eficiente de este recurso tan escaso.