2022 va a marcar un punto de inflexión en la gestión de los recursos hídricos en España. El nuevo escenario climático, según el último informe del Panel de Cambio Cambio de Naciones Unidas (IPCC), muestra con contundencia una menor disponibilidad de recursos hídricos, entre el 15% en el mejor de los casos y un 40% poniéndonos en lo peor. Un drástica reducción del agua disponible para todos los usos que nos obliga a “reducir la vulnerabilidad, adaptar las demandas de agua en cada cuenca, avanzar hacia una gestión integrada, prever medidas de compensación y prepararse para sequías e inundaciones” , tal y como asegura en un entrevista concedida a El Ágora Teodoro Estrela, director general del Agua de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).
Una necesaria transición hídrica que nos permita «reforzar la resiliencia climática del país sobre las que ya trabaja el Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno apostando por la seguridad hídrica, el cuidado del medioambiente y el derecho humano al agua y al saneamiento, en un marco de adaptación al cambio climático”.
Para Estrela, esta nueva manera de relacionarnos con el agua tiene que venir a «solventar el actual desequilibrio entre las demandas y la disponibilidad, incorporando la incertidumbre climática con una planificación a corto, medio y largo plazo y una gestión integrada de todos los recursos de los que podamos disponer, tanto las fuentes convencionales (embalses, ríos, aguas subterráneas) como no convencionales: aguas regeneradas y desaladas que tienen que formar parte del mix hídrico».
Los Planes Hidrológicos de Cuenca de tercer ciclo (2022-2027), «que esperamos tener aprobados antes del verano marcan la senda de la adaptación de la gestión del agua al nuevo escenario de cambio climático, que en nuestro país estará marcado por un mayor mayor déficit de precipitaciones y una menor disponibilidad de recursos hídricos acompañada con frecuentes periodos de sequía e inundaciones, que exigen un cambio de paradigma que incorpore la incertidumbre y el riesgo en la gestión».
«El objetivo principal de la transición hidrológica es garantizar la seguridad hídrica para todos los usos»
«Estamos ante una nueva planificación que nos permitirá priorizar mejor los usos del agua, gestionar las grandes avenidas y sequías, y definir unos caudales ecológicos que aseguren la protección de las masas de agua y sus ecosistemas», afirma Estela. Quien destaca que, además, estos planes van acompañados de un esfuerzo inversor sin precedentes que marcará un antes y un después en la gobernanza del agua en nuestro país.


El agua urbana, tiene un gran peso en esta transición hídrica, «de hecho, acapara el 50% de las inversiones previstas para los próximos seis años. De los más de 21.000 millones de inversión prevista la partida más grande es para saneamiento y depuración con casi 7.000 millones de dotación (de los que 2.800 millones serán ejecuciones directas de obras declaradas de interés general del estado) y el resto, por encima de los 3.000 millones, se destinarán a mejorar el abastecimiento dando un impulso a la mayor eficiencia de las redes para reducir fugas y avanzar en eficiencia gracias a la digitalización».
En este sentido ha indicado que contarán «con una partida 8.000 euros para los próximos tres años procedentes del Fondo de Transformación, Recuperación y Resiliencia, los Presupuestos Generales del Estados y los nuevos Fondos Feder, que marcarán antes y después en la Gobernanza del agua definida por el plan inversor de los próximos seis años».
Uno de los objetivos fundamentales que nos hemos marcado es la reducción de la demanda, «imprescindible en un contexto de mayor estrés hídrico», que la propia planificación establece en disminuciones de la utilización del agua del orden del 5% para 2030 y del 15% para 2050. Y para ello debemos apostar por la eficiencia y un mayor control y conocimiento del estado de todas nuestras masas de agua, tanto en cantidad como en calidad, así como de los consumos que tengan los diferentes usos, principalmente el agrario, el industrial y el urbano.
«Pese a que la gobernanza del agua en España es muy madura, nuestra gestión por unidades de cuenca es pionera y un modelo exportable al resto del mundo; tenemos margen de mejora y una herramienta fundamental que es la digitalización», recalca el director general del Agua.
España es un país especialmente expuesto al cambio climático y al estrés hídrico y «no podemos permitirnos desconocer dónde empleamos cada gota de agua, de ahí que una de nuestras apuestas sea la incorporación de la digitalización como pieza clave para ahondar en una mejora de la información al detalle y en tiempo real de todos los consumos y estados de las diferentes masas de aguas».
Disponer y ordenar todo este flujo de información y datos «nos lleva a tener que adaptar la Ley de Aguas y las órdenes de incorporación de contadores digitales, pero nos ofrecerá mucha más transparencia y ayudará a la toma de decisiones ante escenarios complejos como la sequía y la escasez, al tiempo que nos acerca a la nueva directiva de calidad.
«El gran reto es restablecer el buen estado de todas nuestras masas de agua»
Una de las grandes preocupaciones que plantea Teodoro Estrela en el transcurso de nuestra conversación es la restauración del buen estado cuantitativo y cualitativo de las masas de agua españolas, que hoy por hoy en un 40% de ellas está afectado, «y para ello desde el Ministerio hemos priorizado las obras de saneamiento y depuración para alcanzar los objetivos marcados por la Directiva Marco del Agua y hemos avanzado en la legislación para evitar la contaminación de las masas de agua por nitratos procedentes de fuentes agrarias».
Otro de los hitos pendientes es la adaptación de la Directiva de Calidad de las aguas para consumo humano. «Los borradores están ya muy maduros bajo la coordinación del Ministerio de Sanidad y también nos van a exigir incorporar Planes de gestión de riesgo, además de una importante inversión en infraestructuras con la que tendremos que ayudar a los entes locales con menor capacidad de inversión», explica.
Parte de estas inversiones en las redes de distribución de agua potable en núcleos urbanos ya está prevista en parte en los Planes Hidrológicos, «donde se recoge una partida de 3.000 millones de euros que, además ayudará a ser más eficientes al evitar las fugas en canalizaciones antiguas o dañadas».
Lo cierto, señala Estrela, es que «el agua urbana es muy relevante en esta transición hidrológica porque se encarga de dar de beber a las ciudades con la máxima calidad y seguridad». «Contamos con un tejido industrial de primer orden en materia de agua urbana, las empresas del sector son grandes líderes a nivel internacional y en esta transición deben jugar un rol determinante».


Para Estrela, desde el inicio de la pandemia y su declaración como actividad esencial, «han demostrado estos años de duro trabajo, el compromiso mostrado durante la pandemia y ahora con la post pandemia en formar parte de esta transición en la que administraciones, operadores y usuarios remamos en la misma dirección; integrados desde 2020 en la Mesa del Agua Urbana que es el germen del futuro Observatorio Nacional del Agua Urbana que será nuestro foro de colaboración».
Estrela no deja de insistir en que aunque tenemos una gobernanza madura, con una digitalización incipiente desde los años 80, el inminente Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) para digitalizar el sector del agua en España ya ha previsto 400 millones de euros en 2022 que se ejecutarán a través de la convocatoria de subvenciones del MITECO y través de la gestión de inversiones por parte de los gobiernos regionales. «Un plan que incluirá la movilización de fondos retornables de Next Generation para promover la colaboración público-privada del proyecto».
El PERTE, explica Estrela, pretende «digitalizar completamente la gestión del agua en España; desarrollará un plan integral de formación en TIC; creará un banco de datos compartido; incorporará técnicas de big data para la gestión de datos del agua y la analítica avanzada para la planificación y toma de decisiones de gestión». Además incorporará un cuarto eje para fomentar la formación en innovación en todo el sector.
«Avanzar en reutilización de aguas regeneradas es de los asuntos que más esfuerzos nos lleva»
La gestión integrada de la que hablábamos al principio, empujados por la necesidad de incorporar las fuentes no convencionales al mix hídrico para contar con todos los recursos disponibles, «nos exige mejorar la calidad de nuestras aguas regeneradas a partir de 2023, según establece el nuevo Reglamento de Reutilización, y para eso es vital avanzar en los procesos de depuración y saneamiento. En los últimos años hemos avanzado menos de lo deseable y ahora tenemos que impulsar el saneamiento adecuando la normativa e impulsando su uso en condiciones asequibles para que sean una fuente alternativa real para diferentes usos».
«Aumentar el porcentaje de reutilización es hoy por hoy fundamental para equilibrar las demandas con la disponibilidad», recalca el director general. En este sentido, el gran desafío con las fuentes no convencionales lo tenemos en la desalación como llave para acceder a la seguridad hídrica. El gran reto es reducir los costes energéticos incorporando las renovables para asegurar un precio asequible que debería estar entre los 41 céntimos y los 35 céntimos /m3.
Estrela muestra un camino despejado para avanzar en esta transición que, a pesar de la situación compleja por las condiciones climáticas y el contexto socioeconómico derivado de la pandemia y el actual conflicto bélico en Ukrania, nos pone en la senda de «avanzar hacia una gestión del agua sostenible, respetuosa con el entorno natural y orientada a la seguridad hídrica y la calidad de nuestras masas de agua».