"Chile necesita un cambio de rumbo inclusivo y transversal en su transición hídrica" - EL ÁGORA DIARIO

«Chile necesita un cambio de rumbo inclusivo y transversal en su transición hídrica»

Ulrike Broschek

Subgerente de Sustentabilidad de la Fundación Chile

Ulrike Broschek, subgerente de Sustentabilidad de la Fundación Chile, líder de la iniciativa Escenarios Hídricos 2030 y coordinadora de la cuenca del río Maipo, analiza el necesario cambio de rumbo de la política hídrica chilena, que ha de pasar de la gestión de la oferta a la de la demanda para garantizar la seguridad hídrica y el desarrollo futuro del país


María Santos
Madrid | 28 abril, 2021

Tiempo de lectura: 7 min



Chile es uno de los cuatro países de la región latinoamericana que más sufrirá el impacto del cambio climático. La pertinaz sequía que asola al país desde hace más de quince años es solo uno de los síntomas del impacto del cambio climático sobre la región andina.

Un estudio reciente confirma que la caída de un 60% de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas convertirán Chile en tierra árida en apenas cien años. Sin embargo, no es la sequía el único fenómeno que está secando el país.

“La escasez de agua en Chile se debe sólo en un 12% a causas climáticas y en un 44% a factores relacionados con una gobernanza débil, fragmentada sin liderazgo” tal y como adelanta a El Ágora Ulrike Broschek, subgerente de Sustentabilidad de la Fundación Chile, líder de la iniciativa Escenarios Hídricos 2030 y coordinadora de la cuenca río Maipo.

En esta entrevista, previa a la celebración del segundo conversatorio sobre el papel del agua en las Constituciones europeas y latinoamericanas, que organiza hoy el Foro de la Economía del Agua en Chile, Broschek afirma que Chile necesita un cambio de rumbo en su transición hídrica que requiere el liderazgo de la administración para crear un marco de gobernanza que incorpore a todos los actores y usuarios relacionados con el agua, y que cambie el paradigma de la gestión de la oferta hacia la gestión de la demanda.

 

Lo que ocurre en Chile, explica,  es que “si bien es cierto que arrastramos una grave sequía, con un descenso de lluvias muy notable, que afecta a todo el territorio y que nos convierte en el único país latinoamericano que tendrá un mayor estrés hídrico extremo en 2040, la falta de agua se debe en mayor medida a un problema de escasez por el incremento de la demanda motivado por el desarrollo del tejido productivo en los últimos 30-40 años”.

Este desarrollo de los territorios, tanto en población como en actividades económicas, ha generado una sobreexplotación de los recursos hídricos y un claro deterioro del territorio y la degradación de ecosistemas hídricos y fluviales, lechos y cauces secos, humedales y acuíferos afectados con una mala calidad y cantidad de las masas de agua, y un mayor conflicto entre los diferentes usuarios del agua, con mayor impacto en las poblaciones rurales más vulnerables.

“Esta suma de sequía y escasez es lo que ha llevado a Chile a una crisis hídrica en la que el 44% de las causas se deben a una inadecuada gobernanza del agua, una institucionalidad débil que conlleva falta de información, dispersión regulatoria, falta de coordinación entre los distintos actores implicados en la gestión de los recursos hídricos que, con o sin cambio climático, hace avanzar al país hacia esta situación crítica respecto a la disponibilidad de agua”, señala Broschek.

Ulrike Broschek ha coordinado un informe multisectorial “Escenarios hídricos 2030” en el que han identificado los cuatro ámbitos de actuación necesarios y urgentes a adoptar en el país para favorecer este necesario cambio de paradigma en la gestión de los recursos hídricos que pase de la gestión de la oferta a dimensionar la demanda. En este informe, destaca Broschek, “partimos de un problema que es complejo, sistémico, y así deben ser las soluciones que reflejan los puntos de acuerdo de todos los actores implicados en la gestión del agua”.

«El 44% de la crisis hídrica se debe a una inadecuada gobernanza»

“El primero de los cuatro ámbitos de actuación que hemos identificado pasa por una mejor institucionalidad del agua que ofrezca una mirada sistémica a nivel país. Hoy la gobernanza del agua en Chile esta absolutamente fragmentada, como ya advirtió en 2013 el Banco Mundial. Desde Escenarios Hídricos hemos llegado a identificar hasta 70 organismos que intervienen de una manera u otra en la gestión de los recursos. Esta atomización genera descoordinación y hace falta un liderazgo nacional que incorpore el rol de los territorios en la gestión de los recursos hídricos”, explica.

En este sentido, “la descentralización de la gestión del agua es importante para avanzar en este desarrollo de las cuencas hidrográficas, adaptando las soluciones a las especificidades de cada cuenca o agrupaciones de cuencas para poder impulsar los planes hidrológicos”.

“Hasta ahora la centralización ha marcado la toma de decisiones sin implicar a los actores ni a los territorios. Como país no vamos en la dirección correcta, vamos transitando con algunas mejoras muy lentas sin una mirada sistémica que no considera el rol territorial, local, y este camino nos lleva a un desenlace negativo que agrava la crisis, limita el desarrollo diversificado y hace falta un punto de inflexión, una transición hídrica”, destaca Broschek.

En este punto, y a pesar de la complejidad de Chile, que cuenta con 101 cuencas hidrográficas, “es importante desarrollar esta visión de unidad de cuenca y que se convierten en el espacio de coordinación multisectorial en los territorios para desarrollar planes hidrológicos sobre el territorio. Ahí hay que avanzar necesariamente y con urgencia».

El segundo de los ámbitos de actuación prioritarios para cambiar el rumo de la transición hídrica chilena, a juicio de Broschek es la necesaria apuesta por la conservación y regeneración de los ecosistemas hídricos. Afirma que “ha faltado protección y nosotros hemos sido generadores de sequía, propiciando que el 76% de la superficie del país esté afectada de erosión y desertificación. Y en este aspecto hacen falta soluciones basadas en la naturaleza para regenerar todos estos ecosistemas. Chile tiene que avanzar en esa línea y hoy por hoy no existe”.

«Hay que mejorar la eficiencia de los usos del agua porque gastamos más de la que tenemos»

El tercer ámbito prioritario de actuación que deberán acometer los líderes nacionales del futuro es avanzar en la eficiencia en el uso del recurso hídrico. “Tenemos que ver cómo desacoplamos la demanda de agua del desarrollo económico. No se dejan de proyectar desarrollos económicos y sociales que implican aumentos de demanda de agua en un país donde no la hay. Es fundamental transformar los procesos productivos para que produzcan con menos agua y menos suelo”.

Y en este sentido Broschek explica que el sector agrario chileno tiene mucho margen de mejora. “La eficiencia del riego en Chile es del 50% cuando a nivel mundial la media ronda el 90%”.

Como último paso, y siempre que previamente se hayan implementado, desarrollado y puesto en marcha los tres ámbitos de actuación mencionados “Escenarios Hídricos 2030” plantea la búsqueda de fuentes de agua alternativas o no convencionales.

En este aspecto Broschek pone sobre la mesa el potencial que tiene la reutilización de las aguas servidas regeneradas. “Actualmente en el conjunto del país se vierten 8 metros cúbicos por segundo de aguas residuales al mar a través de 33 emisarios submarinos. Tenemos que encontrar la manera de reutilizar toda esa agua dulce una vez tratada. Mediante la reutilización de aguas servidas regeneradas no solo obtenemos una fuente alternativa de agua dulce que permitirá el desarrollo de los territorios, sino que minimizaremos la contaminación y eutrofización de la costa por esas emisiones”.

Otra de las fuentes alternativas será la desalación. En los últimos años, explica la Subgerente de Sustentabilidad de la Fundación Chile, diversos usuarios han apostado por la desalación de manera descoordinada generando un notable incremento de la necesidad energética, con todo lo que ello conlleva en un escenario en el que caminamos hacia la descarbonización y las energías renovables, además de la generación de salobre contaminante. “Esta agua es cara, lastra la competitividad y genera externalidades sociales y ambientales. Tenemos que ser capaces de aplicar una mirada de diversificación productiva para evitar la actual deslocalización de las zonas rurales a las urbanas y hacia el sur”.

“Tenemos que vencer muchos paradigmas. Hay que cambiar la forma tradicional de gestionar el agua”

“Hasta ahora los sectores y los territorios se han desarrollado sin tener en cuenta el agua como recurso natural limitado y escaso. Es importante cambiar esta cultura de desarrollo y eso exige un liderazgo desde el Estado capaz de crear el marco de coordinación en el que participen todos los actores y sectores afectados para que se puedan priorizar los usos a partir del reconocimiento del agua como bien de uso público, donde el derecho al agua vaya asociado a un buen estado de los ecosistemas, y en el que los organismos de cuenca puedan aglutinar los puntos de encuentro en cada territorio”.

Para Ulrike Broschek el momento social y político que vive Chile, con unas elecciones Constituyentes y presidenciales a final de año, favorece este cambio de paradigma y es una ventana de oportunidad para avanzar hacia una necesaria transición hídrica en el país. Y se muestra convencida que “las acciones que emprendamos ahora van a ser claves para el futuro. La crisis hídrica actual nos lleva a ver la necesidad de actuar con urgencia y ayudará a que se plasme en la nueva Constitución esta nueva manera de incorporar el cuidado de los recursos naturales, de los ecosistemas y del agua como elementos imprescindibles para el desarrollo futuro de Chile».

Añade que en todos los debates políticos y sociales se percibe la necesidad de actuar con urgencia ante esta crisis hídrica, tal y como se ha visto en otros países como México, Brasil Perú, España, Australia o EEUU, en los que las crisis hídricas les han llevado a transicionar y convertirse en referencia en el manejo del agua. «Esta escasez tan profunda de agua en Chile es una oportunidad para reflejar en la Constitución la importancia de los ecosistemas y del agua como elemento esencial para proyectar el desarrollo y eso implica un cambio de gobernanza en el que los cuatro puntos explicados marcan los puntos de acuerdo entre todos los actores».

 

Broschek ha puesto como ejemplo de motivación entre el sector privado el reciente “certificado azul”, un reconocimiento a las empresas que se esfuerzan en reducir su huella hídrica y que ensalza cuando se abren para emprender acciones que generan beneficios al territorio. “Este certificado es un primer incentivo que nos muestra que cuando hay un incentivo hay una respuesta, t en pocos meses son ya 500 empresas interesadas en adherirse. Estos incentivos requieren liderazgo de políticas públicas que alienten estas iniciativas de colaboración”.

Nuestra entrevistada destaca que Chile está en “un momento país muy especial que nos ayudará a pensar en los desafíos futuros. Y todos estos estudios e iniciativas permitirán a la nueva administración no partir de cero sino con esta base de consenso ya planteada. Es una acción conjunta multisectorial que se puede lograr para afrontar la crisis hídrica”.

Asimismo se muestra esperanzada por la sensibilidad que percibe en toda el debate social y político en torno a la Constituyente chilena, que incorporará el agua como un elemento transversal para el futuro de los chilenos, que necesariamente pasa por el desarrollo, la mitigación y la resiliencia y por propiciar un escenario de seguridad hídrica para todos los usos y con agua para los ecosistemas.

Y concluye insistiendo en la necesidad de trabajar en las 101 cuencas hidrográficas para recortar la brecha hídrica. “Usamos más agua de la disponible, tirando de reservas de aguas subterráneas y ahí es fundamental restaurar la capacidad del ciclo del agua, identificando fuentes alternativas, y logrando una mayor eficiencia del agua”.

“El otro ámbito es el riesgo hídrico que combina sequías prolongadas y lluvias torrenciales. Y aquí tenemos que hallar la manera en que podamos aprovechar esa agua que cae de forma convectiva, ya que la erosión del suelo y la falta de infraestructuras hace que el agua vaya al mar en escorrentías sin que se pueda conservar, y ahí hace falta desarrollar soluciones basadas en la naturaleza”.

“Necesitamos avanzar a una nueva política hidrológica inclusiva que incorpore a la ciudadanía, a los sectores productivos y a los territorios para dar ese cambio de rumbo, ese punto de inflexión que nos saque del camino equivocado”, finaliza.


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